LA HABANA, Cuba, febrero (www.cucbanet.org) – Coincido con Jesús, amigo y propietario de un auto ruso marca Moscovich, viejo, de los ochenta. Me cuenta que su ex mujer está muy grave pero no ha ido al Rincón a rezarle a San Lázaro. Sin embargo, tuvo que acompañar a treinta vecinos y parientes que lo contrataron para llevarlos al santuario del famoso leprosorio de Santiago de las Vegas, al sur de La Habana.
“No me gusta ir pues el panorama es deprimente, sobre todo entre el 16 de diciembre y mediados de enero, pero es difícil negarse porque son personas que costean el viaje para pagar sus promesas. Llevan en el alma la fe y eso es respetable. El problema es lo que ves antes de llegar o mientras espera al cliente: mendigos de todo tipo, enajenados que arrastran piedras o cadenas y vendedores agresivos que aprovechan las circunstancias”.
Jesús es católico por herencia aunque apenas asiste a la iglesia; conoce la Biblia, los rituales, el santoral y colecciona historias, estampas y le gusta charlar sobre la leyenda de San Lázaro, la Virgen de la Caridad, la Virgen de Regla y otros santos venerados en Cuba.
Dice que en la Biblia aparecen dos Lázaros: el de los perros y el Lázaro de Betania, hermano de Marta y María. Asegura que la narrativa sobre el Lázaro de los perros es una parábola de Jesucristo, es decir, una ilustración para enfocar la realidad, por lo cual es algo imaginativo e inexistente registrado en los versículos del viejo Lucas.
Le pregunto si no le parece una interpretación evangélica y poco católica, pero me pide lo deje continuar, pues “cristianos y protestantes adoran al mismo Dios y estudian la misma Biblia, aunque los segundos rechazan las imágenes y discrepan en varios puntos”.
“La parábola parte de la historia del rico y el pobre, Lázaro era el mendigo enfermo que pedía las migajas del poderoso; sólo los perros se compadecían de él, por eso figuran a su lado en las imágenes que reproducen sus adoradores. Tanto el rico como el pobre murieron una misma noche, pero Dios solo recibió al limosnero y envío al infierno al avaro”.
Indago por el otro Lázaro, el de Betania; me aclara que existió, fue amigo del Señor y resucitado por Jesucristo cuatro días después de muerto, aunque apenas se sabe de su existencia, de manera que la leyenda sagrada fusiona al Lázaro de la parábola con el verdadero, quizás porque ninguno de los dos supieron resolver en vida sus problemas.
Al ver que sonrío, Jesús me pregunta:
-¿Te imagina a los cubanos sin las promesas a San Lázaro y las suplicas a la Virgen de la Caridad? ¿No te parecen más creíbles y venerados que nuestros gobernantes?