LA HABANA, 11 de julio de 2013, Aleaga Pesant/ www.cubanet.1eye.us.- En la más reciente edición del Festival del Humor Aquelarre (del 1 al 7 de este mes), el público llenó varios teatros capitalinos, entre ellos los de mayor capacidad como el Mella, Nacional y Carlos Marx. Es una buena fiesta, que todos los años desde mediados de los noventa nos hace reír y reflexionar.
No quedó defraudado el respetable. De toda la isla llegaron grupos humorísticos, profesionales o aficionados a presentar pequeños skechts, parodias, monólogos, algunos espectáculos sazonados con algo de mímica, baile y canción. Interpretados con fuerza, inteligencia, carácter, y mucho corazón, que para eso son artistas. Muchas veces con guiones sencillos, sin complejidad argumental, otras, con verdaderas historias que contar, pero sujetas a fórceps, que impiden su despliegue.
He aquí que después de casi veinte años, el encuentro sigue como un festival de aficionados. Un festival donde predominan la escases de recursos y las producciones mínimas, que dejan un aire de improvisación, e impiden como dije antes, el desarrollo de obras más acabadas.
No obstante, Kike Quiñones, actor y promotor cultural, Director del Centro Promotor del Humor, se siente complacido por la presente edición del Aquelarre. Lo hizo saber a las cámaras de la televisión nacional, luego del espectáculo de clausura en el teatro Carlos Marx, el domingo pasado, donde brillaron los actores humorísticos más importantes que pasan por la televisión en estos días.
Para Kike, las razones del éxito están en que participaron de casi todas las agrupaciones la isla, que la mitad de los skechts presentados fueron inéditos, y que en el verano estos grupos saldrán a presentarse en otras ciudades del país. Sin lugar a dudas, son loables las definiciones y aspiraciones del actor y funcionario, quien permanecerá en la historia de la comedia cubana por el rescate de El Negrito y El Gallego en un antológico dúo con su amigo Iván Camejo, en la memorable obra Reír es cosa seria.
Sin embargo, sus aspiraciones no son suficientes para la historia de la comedia cubana, que brilló durante la república, marcando pautas en todo el continente. Se recuerdan las obras en el Teatro Martí y el Alhambra. Son tantas, que nombrar alguna sería injusticia. En la radio está la huella de Leopoldo Fernández, Trespatines, con el espacio La Tremenda Corte, insuperable en todo el mundo hispano.
También, la televisión nos dejó programas como San Nicolás del Peladero con sus personajes Plutarco Tuero, Montelongo Cañón y Cheo Malanga. Detrás de la fachada, con sus presentadores Consuelo Vidal y Cepero Brito, cátedra en la representación del humor y la comedia en la Latinoamérica del siglo XX.
Lo controvertido es, con ese historial, tener como aspiración que participen muchos grupos, la mayoría de ellos de dudosa profesionalidad y menor estatura en la puesta en escena. No hablamos de que todos deban ser necesariamente grandes espectáculos como Reír es cosa seria, estrenado el verano pasado en la capital. Hace años, Nos y Otros y la Seña del Humor demostraron que con muy pocos recursos se pueden hacer grandes cosas. Y apoyamos las posibilidades artísticas y creativas que da la sobriedad, en el vestuario y la escenografía. Otro tema es que todo se resuelva como si fueran aficionados, contadores de chistes de cabaret, algunos no aptos para los menores que van al teatro y hasta algunos que hieren la sensibilidad del público. Quizás influencia del humor del recordado artista exiliado Guillermo Álvarez Guedes, el artista prohibido, que muchos oíamos escondidos de la censura.
Cierto que en este festival la agrupación guantanamera Como Tú, y la holguinera Caricare, fueron de las más profesionales, en la búsqueda de un discurso artístico, donde mostraron complejidad en la trama, y búsqueda de ideas novedosas, además de incluir el baile, la música, el canto y la mímica como gags, huyendo del palabrerío inútil, por lo general chabacano y vulgar.
Que la mayoría de los actores que se presentan en Aquelarre sean profesionales, no significa que las obras o trabajos en los que participan también lo sean. Esa es la diferencia y una de las tareas pendientes para la próxima fiesta de brujas, que esperaremos desde la luneta.