MIAMI, Florida, septiembre, www.cubanet.1eye.us -Polito Ibáñez llegó a Miami. Antes de su primer concierto en la populosa ciudad de la Florida el trovador cubano estuvo en algunos programas de la televisión hispana miamense. Para el artista de la Isla la aparición en pantalla significa el primer contacto con sus seguidores de antaño y con los que aún no saben de su trabajo. Por otra parte el paso ante las cámaras supone un compromiso que se torna difícil para muchos de los artistas venidos desde Cuba en esta etapa inédita de intercambios culturales hacia suelo norteamericano.
Más abierto que anteriores visitantes, Polito se dispuso a pasar la prueba de un intercambio que se anunciaba cercano entre el cantante y su interlocutor Juan Manuel Cao en el programa que mantiene el periodista exiliado en América TV. Una entrevista que se fue tornando enrarecida a partir de preguntas que buscaban una respuesta que no llegaba o se evidenciaba esquiva.
La intervención de Polito Ibáñez tuvo lugar bajo el trasfondo de la polémica generada por el concierto celebrado en la llamada Tribuna antiimperialista en La Habana. Allí el músico Roberto Carcassés improvisó un estribillo pidiendo elecciones directas, libertad de expresión y otras liberaciones sin dejar a un lado la de los cuatro condenados por espionaje en Estados Unidos.
En Cuba antes se han dicho cosas en los teatros y conciertos. Lo hizo hace muchos años en plena actuación al aire libre el cantautor Pedro Luis Ferrer defendiendo a María Elena Cruz Varela en momentos en que ha¬cerlo era una locura, cuando la poetisa había sido condenada a prisión. Claro que entonces no existía ni Internet ni los teléfonos celulares.
No le fue bien a Polito tratando de exponer su postura ante un cuestionario sin previo guión, donde era previsible que saldría a relucir el tema de la realidad socio política que incide en Cuba. Primero evitando explicitar una frase de Pablo Milanés donde el autor de Yolanda en defensa de Carcassés, establece la diferencia entre Revolución y los que hacen revolución o forman parte de ella. No hacia falta que Ibáñez mencionara la aparente existencia de un desencuentro suyo con el emblemático miembro de la Nueva Trova para escurrir la respuesta. Polito pudo haber defendido una frase que se explica por sí sola, señalando que los hombres, trátese de quien se trate, no son infalibles ni concentran en su persona el don de la verdad absoluta. Algo que se hace válido para revoluciones, ideologías y religiones.
En la entrevista Polito explicó la larga ausencia en los escenarios del patio. Según dijo una determinación personal motivada por lo que él entiende cierta manipulación de quienes quieren escuchar en voz del artista las ideas que ellos, más allá de aplausos o exclamaciones, no se atreven a explayar. Un sentimiento que he compartido desde la otra parte del proscenio pero por razones opuestas a las que desmotivaron a Polito. Se trata de aquellas que hacen pensar en el juego al que se prestan los propios artistas a ese comportamiento de doble moral aportando la suya. Lo hacen con frases que llevan un sentido acorde a las expectativas del auditorio. O bien con letras de un alto vuelo poético con las que parecen aludir a una realidad critica. Después cuando las cosas se les complican traducen a otro contexto el mensaje de su lírica. Así el loco resulta Reagan, Guillermo Tell no es el personaje que te imaginaste y el deseo expreso de una desaparición se dispara contra una desventura amorosa.
Preguntaba Polito Ibáñez a Cao si en un hipotético Viva Fidel declarado por un invitado al programa sería causa para la censura o la anulación de una eventual vuelta al espacio en cuestión. Creo justo señalar que los artistas de Cuba tienen la impresión de que al llegar a esta orilla están en el deber de expresar un mensaje político adecuado al terreno y en ciertos casos hasta pedir disculpa por su actitud, sea de pasividad o apoyo explicito hacia el régimen existente. Deben saber que en este mismo Miami considerado territorio radical no han faltado experiencias en las que en ciertos programas algún participante casi ha dicho la frase que pusiera por ejemplo Polo Ibáñez.
Es bueno señalar que a ningún artista de otro país, incluyendo de los de Estados Unidos, raramente es cuestionado en sus apariciones públicas sobre su opinión política, credo religioso o inclinaciones ideológicas. Menos sobre la razón de que apoyen a tal o cual candidato presidencial o los colores del partido que prefieren. Si en algún momento lo hacen es por decisión particular pues tales cuestionamientos son tratados con pinzas por lo delicado que resulta cualquier acto que se pueda considerar discriminatorio.
En mi opinión sería mejor recibir a estos que ahora pueden venir de Cuba a cantar en esta orilla, sin pretender de ellos mucho más que aquello que saben hacer: su arte. Para muchos esta orilla resulta aún extraña, preñada de escollos imprevistos que les pueden hacer naufragar ante una opinión poco afortunada. Se cuidan porque temen las consecuencias que ello pueda traerles a su regreso. La acogida sin presiones, la generosidad del que vive en libertad y la humildad sustentada en los valores de esa vida libre, serían el mejor contraste para quien vive en terrenos poco propicios a esa experiencia.
Es preferible que cuando expresen anhelos y esperanzas de derechos y libertades, con su criterio o con su canto, lo hagan en el lugar propicio. Como en el caso de Carcassés, que pidió la libertad de los cinco, los cuatro o los 17, sin omitir aquellas realmente importantes e impostergables. La de elegir al presidente, la de ser un ciudadano sin etiquetas políticas con libertad de opinar y también por qué no la de María. Peticiones que Carcassés reiteró en la carta abierta tras la aparente solución feliz de su caso. Hacerlo desde la otra parte de la barrera para quedar bien, causar buena impresión o simplemente dar un auto de fe, además de un desgaste no significa un aporte sustancioso para la democracia en Cuba.