LA HABANA, Cuba. – Desafiando pronósticos adversos, los rockeros cubanos tuvieron su Festival Atenas Rock al aire libre en Matanzas los pasados días 5 y 6 de junio. Desde hace varias ediciones este evento, de carácter anual, se celebra en un campismo (camping) nombrado Canímar Arriba, ubicado en las márgenes del río del mismo nombre. Esta vez, la número 15, estaba planificada la presentación de un maratón con trece bandas en escena. Todo esto, auspiciado por las oficialistas Asociación Hermanos Saíz (AHS) y Agencia Cubana de Rock.
En estos días la lluvia tuvo en jaque, para bien, a buena parte del occidente de la Isla. Barrió también la zona de río Canímar e impidió el inicio del show rockero el día 5.
En la madrugada del día siguiente, las bandas de metal Dead Point y Blood Heresy lograron presentarse en lo que parecía una pausa dada por el clima. La mañana del sábado 6 de junio ofreció buenos augurios que se cumplieron. Las precipitaciones cesaron y, desde las 5 pm, subió a escena la catarsis punk en su versión cubana. Actuaron los habaneros Estafilokoko, le siguieron Asko (Jagüey Grande) y Adictox (Villa Clara).
Ya en la noche, llegaron unos muy inexpertos chicos nombrados Stoneroad. Le secundaron los Nu metaleros matanceros Rice and Beans.
El público quedo a la espera de los grupos Darkness Fall y Zeus. Estos no pudieron llegar. El transporte que debía transportarles no apareció. La banda capitalina Machete, cerró el festival al filo de las 2 de la madrugada del 7 de junio.
Rockeros en el monte
La vía de entrada hacia el campismo Canímar Arriba, se encuentra ubicada a unos cuatro kilómetros de Matanzas, por la carretera central. Desde ésta hacia adentro, se cuentan casi siete kilómetros más. La carretera es angosta y peligrosa, aunque está bien pavimentada.
Al llegar al campismo, la primera imagen era la de las tiendas de campaña colocadas en los alrededores del escenario. La totalidad de las cabañas, estaban reservadas dos días antes de la fecha de inicio del festival.
Durante el día, muchos optaron por ir al río a bañarse o presenciar la actuación de los grupos desde donde estaban acampados.
Otros prefirieron establecer su negocio y les resultó bien:
“Las condiciones para estar acá han mejorado en comparación con otros años. Yo traigo unos pulóveres de grupos de metal para vender. Por suerte hay demanda pero los más jóvenes piden bandas más modernas de estilos Metal Core, Electro Core”, expresó quien se nombró Omar.
Reinier, presente en el diálogo, añadió: “Para la mayoría de estos chamacos (chicos), el rock empezó en el Metal Core. Lo anterior, es cosa de dinosaurios. ¡Están perdidos!”
Una breve refriega entre seguidores del Punk, interrumpió la conversación. Varios intercambiaban una bandera cubana, asumida de un modo muy específico. Mientras tanto, el grupo Adictox ofrecía su concierto.
“Nuestra patria es el Punk y no creemos en símbolos impuestos ni ninguna de esa p…”, afirmó uno de ellos. No quiso decir su nombre y además evitó ser fotografiado.
Los seguidores punks suelen reaccionar de modo muy violento, ante lo que consideren intromisión. Sin embargo, varios aceptaron posar para la cámara, con la enseña nacional tal y como la asumen.
Paraíso rock-punk-metal bajo las estrellas
En la noche, el público fue más numeroso frente al escenario. En un área cercana, dos policías de uniforme casi bostezaban, mientras consumían unas pizzas bien cargadas de queso. Uno de ellos me dijo que no estarían tan tranquilos si allí actuaran, Chacal y Yakarta, Osmani García o Gente de Zona.
La venta de comida y bebida no faltó. Los precios resultaron módicos para el bolsillo de la mayoría.
Por unos días, el campismo y el festival se convirtieron, para muchos de los asistentes, en una especie de burbuja-refugio contra el estrés.
“En la casa no podemos estar juntos. A los padres de ella se les derrumbó la casa en La Habana y decidimos traerlos para la mía. Ahora estamos más apretados y sin privacidad”, confesaron a este reportero Daniela Oliva y Pedro.
Daniela acotó: “En esta época lograr un paraíso, donde te acepten tal y como eres, es muy difícil. Mis viejos nunca me han entendido, así ‘friki’ como soy, tampoco a él. La convivencia es tensa.”
Se escucharon los últimos acordes de la música grabada, que siguió al cierre del concierto y el festival. Los técnicos y los músicos despejaron el escenario.
La madrugada fue avanzando, imponiendo poco a poco los sonidos del monte.