LA HABANA, Cuba.- Los gobernantes cubanos han sido muy críticos con la tradición del Día de los Reyes Magos, esa costumbre de obsequiarles juguetes a los niños cada 6 de enero. Argumentaban que se trataba de una secuela del pasado, que solo servía para que los niños de las clases pudientes exhibieran buenos juguetes, mientras que los pobres apenas si podían comprar algún modesto regalo para sus hijos.
Incluso maniobraron para que las nuevas generaciones se olvidaran de esa fecha. Primero fue declarar como “día de los niños” el primer domingo de julio, y después empezaron a entregarle un juguete a cada niño de la enseñanza primaria cada 8 de enero. Cierto día, al preguntársele a un niño el motivo de esos regalos, la respuesta fue: “Porque hay que festejar la entrada de Fidel en La Habana”.
A lo anterior se agrega el desagrado que mostraron las autoridades culturales de la isla cuando, hace algunos años, una carroza del Centro Cultural de España —hoy desactivado— recorrió varias calles habaneras obsequiándoles juguetes a los niños.
Pero, con el paso del tiempo, la realidad demostró que se les hacía difícil a esos gobernantes garantizar un juguete para cada niño, y menos aun para los hijos de los trabajadores de bajos ingresos, esos que el castrismo decía defender.
La escasez de juguetes ha cobrado tal magnitud, que el asunto fue tema de debate de una de las Comisiones Permanentes de la Asamblea Nacional del Poder Popular que sesiona por estos días. Y, en realidad, lo que se dijo allí fue como para ponerles “los pelos de punta” a los padres y tutores de los menores.
La presidenta de la Organización de Pioneros José Martí aseveró que “no existe una estrategia definida para el seguimiento de la producción, distribución y comercialización de juguetes en la isla, y los pocos que se reciben de donación se destinan a instituciones hospitalarias pediátricas y a algunas escuelas”.
Por otra parte, diputados del interior del país expusieron que los comercios de sus provincias están, en general, desabastecidos de juguetes, y los pocos que se encuentran poseen mala calidad y son inaccesibles para las familias cubanas.
En un recorrido que efectuamos por varias Tiendas Recaudadoras de Divisas (TRD), notamos la referida carencia de juguetes. Específicamente, en la Plaza de Carlos III, en el municipio de Centro Habana, los únicos juguetes que llamaban la atención eran unas bicicletas para niños de entre cuatro y cinco años. Pero su precio espantaba a la mayoría de los posibles compradores: el equivalente a 58 dólares. Es decir, casi cuatro veces el salario mensual de un cubano de a pie.
Y dejamos para el final las palabras de la señora Olga González Naranjo, directora de Producciones Seleccionadas del Ministerio de Industrias, durante la referida sesión del Parlamento cubano: “No vamos a tener una solución inmediata, pero estamos empezando a dar pasos, porque estamos interesados en resolver esta problemática” (Periódico Granma).
¡Increíble! Tras más de medio siglo en el poder, es ahora cuando los gobernantes cubanos empiezan a “dar pasos” para que los niños cubanos tengan juguetes.