Ciudad de México.- Tras una audiencia a puertas cerradas, donde faltó “la parte demandada”, el Tribunal Supremo de Rusia, prohibió cualquiera de las actividades del Movimiento LGBTIQ+ y declaró a este como “extremista”.
“Creo que esto significará que cualquiera que el Estado considere activista LGBTIQ+ podría recibir una larga pena de prisión por ‘participar en una organización extremista'”, declaró a BBC Sergei Troshin, diputado municipal en San Petersburgo.
Estas penas podrían ser ejemplarizantes para los activistas que sean considerados líderes en su comunidad.
La decisión del Tribunal ruso fue impulsada por una moción del Ministerio de Justicia y el veredicto no trajo sorpresas. El régimen de Moscú se caracteriza por su hostigamiento hacia la disidencia sexual y la violación de los derechos de estos grupos, que considera ajenos a las tradiciones rusas.
Con Vladimir Putin al frente del gobierno, el Kremlin es un férreo defensor de los “valores familiares tradicionales” y alegan que la agenda LGBTIQ+ es propia de los países occidentales, no de la nación rusa.
Bajo estos argumentos, se aprobó una ley que penaliza “la propaganda de relaciones sexuales no tradicionales”. La misma fue presentada en 2013 pero solo hacía referencia a los menores de edad, el año pasado se extendió a todas las edades.
Tres años atrás, la Constitución rusa fue modificada para impedir cualquier posibilidad de matrimonio entre personas del mismo sexo y se especificó que el concepto se refiere a la unión entre un hombre y una mujer.
El gobierno ruso ha intentado no solo acorralar a este colectivo en los juzgados, sino también se esfuerzan en borrarlos. Como si no existieran se ha eliminado su presencia de de libros, películas, anuncios y programas de televisión. Incluso han editado materiales foráneos para omitir el arcoíris, símbolo de la comunidad.
“Me siento totalmente rechazado por mi propio país. Se supone que aquí tenemos una democracia. Se supone que la gente que ponemos en el poder debe cuidar de nosotros”, declaró al citado medio el activista Maxim Goldman.