LA HABANA, Cuba, noviembre, 173.203.82.38 -La Asamblea General de la ONU aprobó recientemente una resolución con 186 votos a favor, dos en contra y tres abstenciones que llama a eliminar el embargo comercial y financiero de Estados Unidos contra el gobierno cubano. Sin dudas, se trata de un tema complejo y de múltiples aristas. Por supuesto que la administración norteamericana tiene razones para considerar el embargo como un asunto bilateral, pues no debemos olvidar las propiedades de ciudadanos norteamericanos que fueron expropiadas sin recibir indemnización hasta la fecha. Pero también la comunidad internacional posee argumentos para estimar que el embargo ya ha trascendido el diferendo bilateral, y mediante acápites de las Leyes Helms Burton y Torricelli, afecta a terceros países. Además, no faltan analistas que contemplan la actitud de Washington como un modo unilateral de resolver los problemas, en momentos en que el multilateralismo gana terreno a nivel internacional. Y otros hasta aducen que el embargo va en contra del tan difundido libre comercio.
Lo cierto es que las autoridades cubanas no pierden ocasión para distorsionar los hechos y presentarlos a su favor, aun si para ello deban echar mano a razonamientos en extremo infantiles. El día anterior a la votación en la ONU, la televisión cubana anunciaba el evento de la siguiente manera: Cuba vs Estados Unidos. Daba a entender que asistiríamos a una especie de duelo entre ambos países, y que el resto de las naciones, a la hora de emitir su voto, no lo iban a hacer para oponerse a determinada medida, sino para mostrar su preferencia por uno u otro país.
¿Cómo poder convencer a alguien de que gobiernos como los de la República Checa, Hungría y Polonia, entre otros, que apoyan los esfuerzos de la disidencia cubana por acceder a la democracia, den el visto bueno al gobierno de la isla? O que países de la Unión Europea, aliados estrechos de Estados Unidos, vayan a mostrar simpatía hacia el régimen comunista cubano. Evidentemente, esas naciones y muchas otras que formaron parte del bloque de los 186 países que votaron a favor de la resolución, se oponen en lo fundamental al carácter extraterritorial del embargo, pero nada más.
Lo anterior me lleva a recordar lo que sucedía hace algún tiempo, cuando todos los años la Comisión de Derechos Humanos de la ONU condenaba al gobierno cubano debido a la violación de esos derechos. En esos años muchos países votaban, al mismo tiempo, criticando el historial de derechos humanos del gobierno cubano, y también en contra del embargo norteamericano contra la isla. Entonces el castrismo adoptaba una postura que movía a la risa: en el caso de los derechos humanos, los países se comportaban como peones del imperialismo yanqui; mientras que el rechazo al embargo exhibía el apoyo de la comunidad internacional a la lucha del pequeño David contra el gigante Goliat.
Ahora mismo, el día siguiente de la última votación en la ONU, el periódico Granma publicó la réplica del canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla a las palabras del representante de Estados Unidos que intentaba justificar la política del embargo. En cambio, los lectores cubanos -sin acceso a Internet- nos quedamos sin conocer realmente los argumentos del diplomático norteamericano, pues Granma no publicó su discurso. ¿Será que temen que los ciudadanos cubanos conozcan esos argumentos? ¿O no quieren que el cubano de a pie sepa que, no obstante el embargo, Estados Unidos ha sido en los últimos años uno de los principales vendedores de alimentos a Cuba? En cualquier caso, ahí tenemos otra muestra del “respeto” de nuestros gobernantes hacia el derecho de las personas a estar plenamente informadas.