![Arturo Arango, Consejo Nacional de la UPEC Arturo Arango, Consejo Nacional de la UPEC](https://cubanet.1eye.us/wp-content/uploads/2013/08/consejo_nacional_2013_4-300x199.jpg)
LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.1eye.us -Debido al anacronismo que exhibe el sistema político imperante en Cuba, es difícil encontrar, incluso entre los denominados “intelectuales orgánicos de la revolución”, a algunos que profesen una ciega adhesión al gobierno. La mayoría de ellos escogen algún que otro resquicio vulnerable -de los tantos que muestra el castrismo-, y sobre él emiten determinada crítica. Entonces, al practicar un discurso menos comprometido con la ortodoxia oficial, o afiliarse a tendencias como “la nueva izquierda cubana”, creen dotar de mayor credibilidad a sus puntos de vista.
Sin embargo, si esos escritores y artistas pertenecen a la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), o necesitan de los favores de la cultura oficialista para promover sus obras, viajar al exterior o recibir otras prebendas, es casi seguro que complementen la actitud anterior con otras declaraciones que, en general, no incomoden a la cúpula castrista. Y los intelectuales cubanos han hallado una manera muy curiosa de danzar en esa cuerda floja: mediante la indefinición política.
Un ejemplo de lo antes expuesto lo tenemos en un dossier incluido en el no. 2 de la revista Espacio Laical, correspondiente a los meses de abril a junio del actual año. Se trata de un diálogo “sobre la marcha del proceso de reformas y los vínculos entre intelectualidad, debate político y servicio a la nación”. Uno de los intelectuales convocados, el novelista y guionista de cine Arturo Arango, al referirse a las reformas políticas que podrían implementarse para apoyar los cambios económicos, expresó: “Hay que refundar la democracia. No creo que, fuera del discurso oficial, haya en Cuba alguien conforme con nuestra presunta democracia. Pero cada vez más es evidente que el sistema de partidos políticos es obsoleto y que ya no funciona en país alguno, llámese Italia, México, España, Estados Unidos, Venezuela… La politiquería es la peor manifestación de la política, y se debe huir de ella a toda costa”.
Un auténtico modelo de indefinición. El señor Arango reconoce que la “democracia participativa” que existe en Cuba es un fraude, y que más allá del ámbito de los Esteban Lazo y su comparsa, nadie en la isla se cree el cuento de que los órganos del Poder Popular garantizan el gobierno del pueblo y para el pueblo. Y aunque no lo dijo explícitamente, deja entrever que el sistema de partido único resulta incompatible con la democracia a la que aspiramos. Hasta ahí, muy bien todo. Mas, y para tranquilizar a sus patrocinadores, el escritor arremete -tal y como lo hace la propaganda oficial- contra el sistema multipartidista, que constituye uno de los reclamos de la mayoría de los que abogan por la democracia en Cuba. El novelista critica, pero no brinda posibles soluciones. Posiciones como esta de Arturo Arango, que a la postre constituye un visto bueno para que todo permanezca igual en el panorama político cubano, le son muy beneficiosas al castrismo. Porque les permite a los gobernantes ganar tiempo, y continuar aplastando las ansias de libertad de nuestro pueblo.
A veces pienso que, en un caso como este, lo que separa a estos intelectuales de los verdaderos opositores al gobierno cubano, es precisamente el hecho de estar definidos. Mientras que los primeros prefieren el limbo de lo impreciso, los segundos, aun reconociendo que el multipartidismo por sí solo no es la panacea para todos nuestros males, claman abiertamente por la legalización de varios partidos, como vía para acercarnos a un sistema político más justo e inclusivo.