LA HABANA, Cuba, diciembre (173.203.82.38) – Últimamente el tema de conversación más frecuente en Cuba es el millón y medio de cubanos que serán despedidos. La propaganda que hace el gobierno a la autorización del trabajo por cuenta propia, como si fuera la solución mágica, no para un momento. Muchos cubanos piensan dedicarse a alguna actividad independiente, pero la mayoría considera muy altos los impuestos que deberán pagar mensualmente.
La pasada semana escuché, en casa de Ana María, la vecina, una de estas conversaciones. De inmediato, ella contó la siguiente anécdota. Hablaba con un compañero sobre el tema recurrente.
-¿Cómo te va con la barbería? ¿Sigues pelando?
-Sí, cómo no – le respondió-, de vez en cuando pelo a alguien.
-¿Y tienes licencia para eso?
-No, no tengo.
-Pues mira, tienes que tener cuidado, porque si te cogen, te aplican tres sanciones en una: te decomisan el dinero, las herramientas y te meten una multa por la cabeza.
-Les digo a los inspectores que soy militante del partido y que los pelados que hago son pocos, que no me alcanzan para pagar la licencia.
-Pero la ley no excluye a los del partido – le dijo Ana María-. Todo el mundo tiene que pagar. Y para los trabajos de albañilería que haces, ¿tienes licencia?
-Tampoco…
-Entonces eres un delincuente para tu propia gente.
El hombre protestó:
-Oye, Anita, ¿cómo me vas a decir eso? ¿Delincuente yo?
-Bueno, que yo sepa el que viola la ley es un delincuente, y eso es lo que tú estás haciendo.
Ni corto ni perezoso, el comunista le salió al paso.
-Lo que pasa es que con el sueldo que gano no puedo mantener a mi familia, y debo hacer otros trabajos para vivir. Pero si me pongo a pagar licencias tampoco me alcanza. Además, como yo, hay mucha gente.
De esto se infiere que en Cuba, para vivir, hay que convertirse en delincuente.