LA HABANA, Cuba, junio, 173.203.82.38 -El éxito de la toma de La Habana por los ingleses en junio de 1762 se debió principalmente no a la fuerza militar inglesa desplegada ante La Habana, sino a la labor de inteligencia de un almirante inglés que había visitado la isla seis años antes.
Los ingleses siempre han tenido fama de ser buenos espías, y en el siglo XVI estuvieron muy activos no sólo en Europa, sino también en sus colonias americanas y en el área del Caribe, donde uno de sus enemigos, España, se encontraba en posesión de la Llave del Nuevo Mundo, como la llamó a nuestra isla el que es considerado el primer historiador cubano, José Martín Félix de Arrate.
El almirante Charles Knowles, gobernador de Jamaica, visitó La Habana en 1756. España e Inglaterra no estaban en guerra, e hizo una escala en este puerto del Caribe cuando iba rumbo a las islas británicas.
El gobierno de La Habana recibió al inglés, pero no tomó las medidas pertinentes para restringir el movimiento al ilustre visitante, sino que lo dejó recorrer libremente la ciudad, incluyendo sus fortificaciones. Una decisión poco sensata si se tiene en cuenta la hostilidad que existía entre los dos reinos por aquellos tiempos. El visitante, ni corto ni perezoso, aprovechó la hospitalidad española e hizo su tarea de espía a conciencia.
Pudo fácilmente el militar, conocedor del tema, constatar las debilidades de la plaza, determinar el mejor lugar para un desembarco, y las posiciones que debían ser tomadas rápidamente.
En cuanto llegó a Inglaterra detalló los resultados de la visita, en los que incluía planos y datos sobre cada lugar visitado. Como resultado final aconsejó que, en caso de una nueva guerra entre los dos países, La Habana fuera tomada rápidamente.
Su plan fue aprobado, y una vez que Inglaterra entró en guerra contra España y Francia por el Pacto de Familia firmado por estos dos reinos, envió una tropa expedicionaria, al mando del general George Keppel, para tomar La Habana.
Dicha tropa tenía en sus manos la información, fruto del espionaje de su almirante, y la usó sabiamente. Sabía con lujo de detalles donde estaban los fuertes, la topografía del lugar y los puntos débiles. Sabían que atacar por la entrada del puerto era causa perdida, y por eso desembarcaron por la zona de Cojímar.
La labor de inteligencia de un solo hombre, realizada en pocas horas, facilitó a la tropa inglesa tomar la ciudad, y le costó al Reino de España su posesión de la Florida.