LA HABANA, Cuba, enero, 173.203.82.38 -La dirigencia castrista y su partido único, prestos a celebrar el próximo 28 de enero su Primera Conferencia Nacional, seguirán manteniendo la tutela y control sobre las organizaciones sociales y de masas, guardianes de su régimen.
En este sentido me referiré a la “Asociación Nacional de Agricultores Pequeños” (ANAP), creada por el retirado gobernante Fidel Castro el 26 de enero de 1961.
Esta entidad al servicio del régimen, como espejo de dos caras, fue convertida en una organización de masas sin propósitos reales de enseñanza, sanidad o beneficencia; y en una agrupación de campesinos con intereses lucrativos, a fin de asegurar producciones y afianzar la existencia del gobierno castrista bajo esquemas dictados por éste, cegándole a sus asociados todo intento de lucha colectiva o enfrentamientos reivindicatorios.
Según el proyectado documento de base partidista, cada organización de masas haría un proceso previo para evaluar las nuevas transformaciones que tendrían sus instituciones.
Se ha dicho poco de estos procesos de autoanálisis; más bien no se sabe nada, ni se vislumbran cambios en el contenido, estructura y funcionamiento autónomo de esas organizaciones. Al parecer, quedarán intactas sus bases legales; o sea, que esos gremios continuarán bajo la tutela y orientación del único partido.
Todo indica que los nuevos estrategas del castrismo no piensan reestructurar ni actualizar el modelo de sus instituciones de apoyo. No sabemos si, con ese distanciamiento, estarán ajenos a las nuevas necesidades de democratización de la sociedad, cuestión a la cual la no puede estar ajena la ANAP.
Los gobernantes no podrán ocultar, entre otros, los cuestionamientos siguientes:
– La asociación está integrada por más de 400 mil miembros (propietarios y usufructuarios), con intereses afines en la producción agraria y con diferencias individuales sobre el sistema de tenencia y propiedad de la tierra, lo cual la hace heterogénea.
– En lo social, la organización ha minimizado la actividad de superación técnica de la base productiva. No produce intercambios de conocimientos entre distintos productores.
– En lo productivo existe carente aplicación de los resultados de las investigaciones científicas de los institutos agrarios del país.
– La ANAP posee ingresos millonarios como resultado del pago de la membresía y de la tasa de descuento del 1,5% anual de las ventas de los pequeños agricultores. La base productiva desconoce el destino de esos cuantiosos recursos.
– Los líderes a todos los niveles no son poseedores de tierras. Muchos de ellos provienen del único partido y de la burocracia estatal agraria. Se crea así una contradicción de intereses.
-Las formas electivas y de rendición de cuentas requieren una verdadera transformación estructural. ¿Por qué si ahora se plantea que los máximos dirigentes del Estado no deben permanecer más de un decenio en sus cargos, se permite que el burócrata Orlando Lugo Fontes se perpetúe por más de veinte años regenteando la ANAP?
-Los líderes de la asociación, en su condición de miembros del partido único, comprometen a los campesinos en decisiones de contenido político que adoptan de manera inconsulta.
-Los asociados, pese a ser los más productivos del sector agrario, no reciben los insumos materiales, equipamiento técnico, maquinaria agrícola, ni combustible, como las empresas estatales, lo que evidencia el papel endeble de la asociación.
En resumen: se impone, frente al Estado, democratizar la ANAP para que ésta defienda a ultranza los derechos del productor como clase pujante dentro de la economía nacional.