MATANZAS, Cuba, marzo (173.203.82.38) – Los castristas han engañado siempre al mundo al negar que son ellos los verdaderos enemigos de Cuba. Traicionaron la revolución democrática de 1959, en la que el pueblo cubano depositó sus esperanzas.
Hoy, con muy malas intenciones, culpan de su traición a lo que llaman imperialismo, en especial, a los Estados Unidos. Pretenden, sin mucho éxito, borrar de las páginas de la historia, o al menos encubrir, su infame y sangrienta obra.
El miembro de la Junta Directiva del opositor Movimiento Independiente Opción Alternativa, Juan Francisco Sigler, está de acuerdo con los anteriores juicios. Para él, lo más terrible del castrismo, como sistema, es su esencia criminal.
Recordemos la deslealtad de sus líderes con sus propios compañeros, participantes en la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista. Muchos fueron aniquilados en los paredones de fusilamiento, o condenados a la cárcel por mucho tiempo.
Por citar un ejemplo, uno de los cuatro comandantes más populares de la insurgencia revolucionaria, Hubert Matos, cumplió veinte años de cárcel sólo por manifestarse contra la naciente dictadura castrista, en 1959.
Matos era maestro, y se destacó durante la lucha insurreccional en la Sierra Maestra. Su inteligencia le permitió elaborar el plan de ataque a la segunda provincia del país, Santiago de Cuba.
Aquella exitosa acción y la considerable logística que aportó a la guerrilla, lo colocaron a la cabeza de la revolución. Por sus brillantes méritos fue superado en popularidad sólo, por los comandantes, Fidel Castro, Ernesto Guevara y Camilo Cienfuegos.
La ambición de poder de los hermanos Castro sirvió de fundamento para que se torciera el camino emprendido hacia la democracia. El pueblo de Cuba vio frustrados sus sueños de lograr el estado de derecho por el que tanto había luchado. Un represivo sistema dictatorial con ingredientes estalinistas se estableció en la isla, y ha frenado, desde entonces, la iniciativa ciudadana, y violado los más elementales derechos y libertades de los cubanos.
Esa es la razón por la que más de 2 millones de nacionales han escogido el camino del exilio. Sin contar los miles más que han perecido en el intento de llegar a tierras de libertad.
Pero las mentirosas campañas propagandísticas del régimen no han impedido que se conozca la verdad. Miles de opositores, desde la isla, la difunden hoy por todo el mundo, con la ayuda de sus compatriotas exiliados.
Ya los países democráticos no digieren, con la facilidad de antes, las perversas mentiras de los comisarios castristas. La gente de bien, tanto en La Habana, como en el extranjero, conoce con bastante claridad quienes son los enemigos de Cuba.