LA HABANA, Cuba, febrero, 173.203.82.38 -La búsqueda de un acercamiento a los escritores cubanos residentes fuera del país, será un acto de cinismo siempre que la ideología sea la que determine la aceptación o no de la obra.
Rescatar para el acervo cultural de la nación el nombre de un escritor ya fallecido, al cual se le negó en vida la divulgación de su obra, por tabúes políticos, más que un ejercicio de justicia, es un oportunismo.
Peor aún si muchos que escriben desde Cuba, ven como aumenta y envejece su obra sin que una editorial del país acceda a publicarla. Y todo por no responder a patrones oficiosos.
Por eso resultará estéril cualquier intento de acercamiento que ponga como condición no situar en la picota al sistema y a sus más altas autoridades.
Mientras, en la XXI Feria Internacional del Libro de La Habana, varios autores lamentaban la ausencia de escritores cubanos de la diáspora, a través del panel “Tan cerca y tan lejos: Literatura cubana de autores residentes fuera del país”, otros autores, residentes en Cuba, se han visto obligados a publicar en el extranjero.
Por ejemplo, el cuarto libro de poesía de Jorge Olivera Castillo, “Sobrevivir en la boca del lobo”, vio la luz en Madrid, publicado por la Editorial Hispano Cubana.
Difundir su obra a través de manos amigas en el exterior, sobrevivir alejados de las instituciones culturales y de su lector natural, son las únicas opciones de los escritores del país que se colocan al margen de la política cultural del gobierno.
Las autoridades jamás permitirán a un poeta decir que sobrevive en Cuba, y mucho menos en la boca del lobo de la censura. Tampoco ese poeta será elogiado por los más ruidosos transformistas ideológicos, habituados a cambiar de casaca, pero siempre dentro de la revolución.
Muy difícilmente una editorial cubana de estos tiempos publicaría el contrapunteo poético que Olivera establece entre la reflexión y la sensibilidad, mientras conjuga libertad y amor, en un recorrido donde la poesía es una meta para que el lector se identifique con el reflejo de su realidad: “Mi patria es todavía el lugar inhóspito/donde el más común de los sonidos/es el grotesco rugir de los tiranos”, se lamenta Olivera en “¿Qué es la Patria?”.
Es improbable que una editorial oficial en Cuba admita que sea cuestionada la legitimidad del poder a través de versos como los del poema “Conjeturas”, de Olivera: “Aún nos preguntamos/si somos la sutura o la herida. /Desde hace cinco décadas/todos tratando de descubrir el misterio/ mientras crece el caudal de la sangre”.
“Sobrevivir en la boca del lobo” es eso y mucho más. En 44 poemas, Jorge Olivera asume, desde el verso, “una conciencia de la trivialidad y las tribulaciones de la vida de los demás para humanizar el canto”, como pidiera Czeslaw Milosz, Premio Nobel de Literatura, 1980.
En una combinación de sobriedad y desembarazo entre el tono y el ritmo, que nos recuerda aquello que la poesía tiene, y debe tener, de azar y de equilibrio, Olivera realiza un recorrido por las tribulaciones que marcan hoy al cubano.
Si estas y otras expresiones poéticas y humanas bastan para marginar a nuestros creadores, escriban fuera o dentro del país, no existe una señal de acercamiento: aún se sobrevive en la boca del lobo.