MADRID, España.- El 15 de junio de 1977 María Calvo Nodarse, mejor conocida como La Macorina, falleció en La Habana a la edad de 85 años. Una mujer que en su juventud fue ícono de la rebeldía y la ostentación, en sus últimos días vivió en la miseria, olvidada por la sociedad que alguna vez la aclamó.
Nacida en Guanajay en 1892, La Macorina llegó a los 15 años a la capital cubana, donde inició una vida marcada por los excesos y la transgresión. Su belleza y arrolladora personalidad la convirtieron en una figura popular en los círculos más selectos de la época, donde no dudaba en desafiar las rígidas normas sociales.
Su relación con el entonces presidente cubano, José Miguel Gómez, la catapultó a la fama, que le permitió acumular una fortuna que incluía mansiones, autos de lujo y joyas extravagantes. Se convirtió en la primera mujer en conducir un automóvil en Cuba y América Latina, desafiando los convencionalismos de la época.
Sin embargo, la crisis económica de los años 30 marcó el inicio de su declive. Sus acaudalados amantes la abandonaron y se vio obligada a vender sus posesiones para subsistir. La otrora opulenta Macorina se vio sumida en la pobreza y el olvido.
La Macorina fue una mujer compleja y contradictoria, cuya vida estuvo plagada de contrastes. A pesar de su decadencia, La Macorina dejó huella en la historia de Cuba. Su figura inspiró canciones, poemas y obras de arte, convirtiéndola en un símbolo de la rebeldía femenina y la ruptura con las normas sociales.
La frase “Ponme la mano aquí, Macorina”, popularizada por la canción de Abelardo Barroso, se convirtió en un símbolo de la audacia y la sensualidad de esta mujer.
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