LA HABANA, Cuba. – En el año 2015 el Premio Nobel de Literatura recayó sobre la escritora bielorrusa Svetlana Aleksiévich, autora de algunas de las obras contemporáneas sobre el totalitarismo soviético más impactantes, como Los muchachos de zinc, voces soviéticas de la guerra de Afganistán (1989), Cautivos de la muerte (1993) y Voces de Chernóbil (1997).
Nacida el 31 de mayo de 1948 en la Ucrania socialista, fue nacionalizada en Bielorrusia, de donde procedía su padre. Graduada de Periodismo en la Universidad de Minsk, ejerció su profesión en paralelo a la docencia, impartiendo clases de historia e idioma alemán.
Luego de un tiempo como reportera, dio luz verde a su creatividad, escribiendo poesía y relatos muy marcados por las vivencias cotidianas. A medio camino entre la literatura y el periodismo, su obra se nutre de testimonios individuales que confieren mayor relevancia a la arista más humana de los acontecimientos.
Dicho estilo es particularmente notable en su primer libro La guerra no tiene rostro de mujer (1985), en el cual, a partir de entrevistas, abordó el tema de las rusas que participaron en la Segunda Guerra Mundial. La obra fue muy exitosa en su momento. Su versión teatral, estrenada en Moscú, marcó un importante antecedente en el campo de la cultura para el período de transformación del gobierno soviético que fue la glásnost, iniciada por Mijail Gorbachov.
En Los muchachos de zinc, Aleksiévich ofrece una compilación de testimonios de las madres de soldados soviéticos que participaron en la Guerra de Afganistán (1978-1992). Cautivos de la muerte aborda el trauma que representó para algunas personas la caída de la URSS, al punto de llevarlas al suicidio. Con Voces de Chernóbil, la escritora ganó mayor visibilidad a nivel internacional. El libro, que expone el sufrimiento y heroísmo de los que se sacrificaron tras el desastre nuclear, sigue prohibido en Bielorrusia, donde la escritora es persona non grata debido a su oposición al régimen del dictador Alexander Lukashenko.
Hostigada por el régimen y la censura, abandonó Bielorrusia en el año 2000. Residió temporalmente en las ciudades de París, Gotemburgo y Berlín. Regresó a Minsk en 2011 y desde entonces no ha dejado de apoyar a la oposición en su país. Fue miembro del consejo coordinador de las protestas contra las fraudulentas elecciones presidenciales celebradas en agosto de 2020, en las que volvió a salir electo Lukashenko, quien ocupa el cargo desde 1994.
Durante la tremenda represión que siguió a los comicios, Aleksiévich fue interrogada por el Comité de Investigación de Bielorrusia. Forzada al exilio por segunda vez, reside actualmente en Alemania y teme por sus conciudadanos bielorrusos, que viven bajo la amenaza permanente de ser detenidos, torturados y encarcelados en cualquier momento.
En una entrevista concedida al diario español El País, en 2021, la ganadora del Nobel aseguró que lo que acontece hoy en Bielurrusia es equiparable al mundo ilustrado por Aleksandr Solzhenitsin en sus obras. “En Bielorrusia se vive ya como en los libros de Solzhenitsin, con un maletín de emergencia preparado, una mochilita con lo imprescindible, un cepillo de dientes, una muda, para los primeros tiempos en prisión”, dijo.