LA HABANA, Cuba.- El 25 de abril de 1926 el teatro La Scala de Milán abrió sus puertas a una de las óperas más espectaculares jamás escrita: Turandot, con música de Giacomo Puccini sobre el libreto de Giuseppe Adami y Renato Simoni. Inspirada en un poema épico persa, la historia de la princesa que se negaba a casarse por considerar que ningún hombre era digno de su amor, fue transformada en una de las tragedias más aplaudidas por los amantes de la ópera de todos los tiempos.
Considerada la obra maestra de Puccini, el final corrió a cargo de su discípulo Franco Alfano, debido a que el maestro murió de cáncer de garganta antes de poder concluirla.
La implacable Turandot exige a sus pretendientes adivinar tres acertijos ante de desposarla, a riesgo de perder la vida si se equivocan. Solo uno —el príncipe Calaf— lo consigue y, a cambio, ofrece a la princesa la posibilidad de evadir el matrimonio y condenarlo a muerte si logra averiguar su nombre antes del alba. Ella acepta, y los guardias imperiales peinan la ciudad para averiguar la identidad del misterioso hombre.
La orden Nessum dorma (Que nadie duerma) deviene en un aria sublime, la más importante de esta ópera que, contrario a otras magníficas producciones de Puccini —como Tosca o Madama Butterfly—, tiene un final feliz que algunos expertos consideran anticlimático, un forzado intento de redención por tanta sangre derramada. Esta vez la heroína no termina con su vida. La princesa de hielo acepta el amor del príncipe y un coro triunfal cierra la historia.
Turandot consta de arias potentes y cuidadas en su modulación y ejecución. Sus roles protagónicos han sido defendidos por los más prestigiosos tenores y sopranos. La noche de su estreno, la responsabilidad recayó sobre Rosa Raisa y Miguel Fleta; pero desde entonces el personaje del príncipe Calaf se ha lucido en las voces de Mario del Mónaco, Franco Corelli y Luciano Pavarotti; así como la princesa ha sido encarnada por Claudia Muzio, Eva Turner, María Callas e Inge Borkh, entre otras apreciadísimas cantantes.
Durante décadas Turandot estuvo prohibida en la República Popular China, por considerarse que menospreciaba al gigante asiático, su cultura y sus habitantes. A finales de la década de 1990 la obra fue aceptada y, en septiembre de 1998, estrenada en la Ciudad Prohibida, donde permaneció por ocho días con lujosos escenarios y guardias del ejército trabajando como extras. La puesta en escena fue dirigida por Zhang Yimou y la dirección musical estuvo a cargo de Zubin Mehta. En los protagónicos brillaron la soprano Giovanna Casolla (Turandot) y Sergei Larin (Calaf).