LA HABANA, Cuba. – “Voy, hago un dinerito. Después regreso y abro una mipyme”, comenta Héctor en cuanto a sus planes futuros, mientras espera por el inicio del proceso de parole para emigrar a Estados Unidos. Además, dice que se “ha inspirado” en un vecino que hiciera algo parecido, y que aunque continúa residiendo en Dallas, Texas, tiene a sus familiares como únicos empleados en La Habana. Es también quien dirige la micro-empresa creada hace unos meses, aunque todos los papeles de legalización han salido a nombre de uno de sus hermanos residente en la Isla.
“Puso el dinero para arrendar el local y después compró el primer contenedor de cerveza. En tres meses sacó la inversión y ahora va a abrir otro punto de venta, pero de comida. (…) La familia (en Cuba) se queda con el 5 por ciento (de la ganancia), el resto lo mandan para El Yuma (Estados Unidos)”, explica Héctor e igual insiste en que hará algo parecido aunque, en su caso, piensa dedicarse a la importación y venta de piezas de autos y motos, un negocio que por estos días está teniendo un relativo éxito, a pesar de que la escasez de combustible ha traído a las calles cubanas una desolación muy parecida a la que llegó con la crisis de los años 90.
Pero, lo que son apenas planes para Héctor ya es una realidad para Norma, que saca provecho de su doble ciudadanía y, luego de jubilarse, habiendo trabajado más de 30 años como asistente en una clínica dental en Florida —y después de haber emigrado desde Cuba en los años 80 bajo el peligro de los actos de repudio por “gusana” (así peyorativamente continúa llamando el régimen a los cubanos que huyen del comunismo o se oponen a él)—, hoy vive entre Miami y La Habana y, tal como va marchando de “próspero” su negocio de venta de alimentos importados, nos dice que probablemente, en un futuro cercano, decida permanecer más tiempo en Cuba que en Estados Unidos puesto que, según sus propias palabras, “el ojo del amo engorda el caballo”.
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“Mi actual esposo y yo comenzamos trayendo cosas, café, relojes, ropas (para vender)”, dice Norma. “Así nos pagábamos los viajes y le dejábamos dinero a mis dos sobrinas (…), después fueron ellas las que nos dieron la idea y cuando vino lo de las mipymes decidimos abrir una: empezamos comprando un contenedor de cerveza y aceite, compramos el contenedor, mis sobrinas arrendaron un local en enero de este año y ya ahora en mayo vamos para el quinto contenedor de misceláneas; es hora de ir pensando en estar más tiempo en Cuba ―el ojo del amo engorda el caballo―, es que para julio pensamos tener dos locales más, mucho más grandes y más céntricos (…). Los resultados son buenos. Por el primer contenedor de cerveza pagamos 60.000 dólares y le ganamos el triple, vendiendo la caja (de 24 latas) en 3.600 (pesos cubanos) o 24 dólares. Con eso fuimos para el segundo contenedor y aún así nos quedó dinero”, explica la mujer.
En realidad, el negocio de Norma se trata de un pequeño mercadillo, instalado de modo improvisado en lo que fuera un contenedor de metal que antes funcionara como punto de venta de una cooperativa agropecuaria estatal actualmente en fase de reestructuración igual que varias microempresas privadas (estas tienen la perspectiva a corto plazo de transformarse de productoras a importadoras y vendedoras de insumos para la producción agrícola).
El local de la cooperativa estatal, situado en el municipio Cotorro, en las afueras de la capital cubana, se mantuvo clausurado durante más de tres años, mientras la producción fue prácticamente nula, y solo hace unos meses le fue arrendado a la mipyme de Norma (gestionada legalmente por sus sobrinas, residentes en Cuba, e ilegalmente dirigida desde Estados Unidos por su verdadera dueña).
“Actualmente, el dinero que ganamos con el arriendo es casi el único ingreso de importancia de la cooperativa, porque de las ventas a Acopio casi no estamos recibiendo nada”, nos dice uno de los miembros de la cooperativa estatal. “Dicen que hay en planes dejar de ser cooperativa y hacer varias mipymes que importen insumos para nosotros mismos y al mismo tiempo vender, pero lo único que se sabe es que se van a comprar contenedores de cerveza para vender, parecido a lo que hace Norma. Eso es lo que está dando dinero ahora, además de que el Gobierno le está dando luz verde a ese negocio”, concluye este trabajador que pidió permanecer en el anonimato puesto que pudiera ser castigado por ofrecer declaraciones a un medio de prensa independiente.
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“Hay miembros de la cooperativa que quieren empezar a importar por su cuenta, tienen un familiar afuera y piden ayuda para el negocio”, dice otro trabajador de la misma cooperativa. “También están los que sus familiares les han puesto el negocio, para que no tengan que depender del campo; al final la tierra no está dando nada. Vendes un puerco al Estado y con lo que te pagan no compras ni una caja de cerveza, sin contar que lo que siembras a veces se pudre en el campo. Lo mejor es convertir la cooperativa en varias mipymes y que cada cual compre y venda, al final lo que el Gobierno quiere son los dólares y no le importa si después al contenedor tú le sacas el doble o diez veces lo que te costó importarlo. Ya él (el Gobierno) ganó su parte”, afirma este trabajador.
Algunos opinan que tal “libertad” para la creación de estas mipymes, que no son otra cosa que pequeños mercadillos donde el régimen ha entrado en el juego legalizando el contrabando, pudiera ser positiva en tanto llegará el momento en que la oferta supere la demanda, entonces los precios bajarán, pero están quienes señalan esta “estrategia” como locura total, puesto que una vez que los precios bajen demasiado, al punto que las ventas no dejen un significativo margen de ganancia, estos mercadillos comenzarán a cerrar y retornará el desabastecimiento.
“Nunca podemos vender por debajo de lo que nos costó adquirir un dólar en la calle”, opina el dueño de uno de estos negocios de importación y reventa. “Es preferible botar la mercancía, o guardarla y esperar a que vuelva a aumentar la demanda, pero te aseguro que tal como están las cosas esos precios jamás van a bajar. Hoy un contenedor variado (de conservas, aceite, cerveza, confituras) está sobre los 60 y hasta 70.000 dólares, más lo que cuesta transportarlo a su destino final una vez en Cuba, almacenarlo, pagar arrendamientos, impuestos y todo lo demás, así que si empieza a bajar, sencillamente uno recoge la mercancía y se sienta unos meses a esperar. Aquí en Cuba es así, un día hay y al otro desaparece, y el que tiene dinero le ha cogido la vuelta a este cachumbambé”, opina este pequeño empresario que, al igual que la mayoría, gestiona su negocio como prestanombre y “hombre de confianza” de otro cubano emigrado que vive entre algún país donde reside y Cuba.
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Por su parte, el joven licenciado en Economía Javier González alerta sobre el peligro de lo que él mismo nombra como “furia de importación”, debido a que una buena parte de las nuevas mipymes creadas se han enfocado totalmente en importar alimentos, artículos de primera necesidad y de alta demanda para luego revender a altos precios, o convertirse en el principal suministrador del mercado informal a precios relativamente bajos cuando los revendedores en Cuba les compran al por mayor.
“Esa furia de importación en primer lugar contradice el discurso del Gobierno que invita supuestamente a desterrar la mentalidad importadora pero que, al mismo tiempo, por una cuestión estrictamente política la incentiva”, comenta González. “Lo más peligroso es que, en un momento en que supuestamente no hay liquidez, allana el camino para que los dólares se escapen, (porque) no solo esos contenedores se pagan con los dólares que (los dueños de las mipymes) compran en la calle, sino que muchos de los verdaderos dueños de esas mipymes, los tipos que ponen el billete, no viven en Cuba, y por supuesto que sacan parte de esas ganancias. (…) Es dinero que se está drenando constantemente y no retorna. En esas contradicciones es que uno comienza a sospechar que algo tienen que estar ganando a título personal cuando nadie dice nada. Ya sea tiempo o dinero, pero algo ganan. El Gobierno está muy complacido con esa furia de importación, ha vuelto a bancarizar el dólar, y no dudes de que suba la tasa de canje por estos días porque tiene que hacerlo si de verdad quiere esos dólares que salen de la calle directo a un avión, sin pasar por el banco”, concluye González.
Desde el comienzo, en septiembre de 2021, de la política del régimen sobre los “nuevos actores económicos” —que buscaría incentivar un nuevo modelo de gestión en Cuba, quizás bajo asesoría rusa—, hasta la actualidad, el Ministerio de Economía y Planificación ha aprobado más de 7.000 micro, pequeñas y medianas empresas. De ellas cerca del 52 por ciento son reconversiones de negocios preexistentes, algunos de ellos estatales que han pasado a ser privados, y el 48 por ciento restante corresponde a empresas de nueva creación, en su inmensa mayoría dedicadas a la importación de mercancías para su venta a altos precios en el mercado minorista.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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