LA HABANA, Cuba.- Por estos días el castrismo actúa como una fiera herida que lanza zarpazos a diestra y siniestra contra todo lo que se oponga a sus designios. En el intento por impedir la marcha cívica convocada por la oposición para el próximo 15 de noviembre, las autoridades cubanas no han escatimado en ofensas y descalificaciones contra sus organizadores, además de acudir a su discurso predilecto: culpar al gobierno de Estados Unidos.
Tan deleznable estrategia se puso de manifiesto, una vez más, en un reciente artículo del periódico Granma que recogió las declaraciones del señor Carlos Leonardo Vázquez González (el agente Fernando), a quien dieron a conocer como un agente de la Seguridad del Estado. En sus declaraciones, el agente castrista arremete contra el dramaturgo cubano Yunior García Aguilera, líder del grupo opositor Archipiélago y principal organizador de la referida marcha. Es de destacar que el señor Vázquez González, infiltrado en las filas de la oposición anticastrista, había participado junto a Yunior en varias actividades opositoras.
Los redactores del citado artículo de Granma –ahora solo firmaron como “Redacción Nacional”-, al calificar la marcha como un intento de golpe blando contra el gobierno de la isla han optado por resaltar “la afiliación y el activismo de figuras de la cultura para generar procesos desestabilizadores”.
En ese contexto los periodistas de Granma realizan una especie de paralelo entre la labor actual del dramaturgo cubano Yunior García Aguilera, y la faena que desarrolló tres décadas atrás el también dramaturgo checoslovaco Václav Havel cuando ese país centroeuropeo rompió las cadenas que lo ataban al comunismo de corte soviético. Pero la cosa no quedó ahí, pues esos amanuenses del castrismo llegaron a calificar a Havel de “defensor de los propósitos hegemónicos de la administración de Estados Unidos” (“Las acciones de Yunior no son genuinas, el agente Fernando lo prueba”, periódico Granma, edición del 1 de noviembre).
Conviene recordar que el dramaturgo Václav Havel siempre se opuso al régimen comunista de su país. Una actitud que manifestó en 1968 cuando los tanques soviéticos penetraron en Checoslovaquia para aplastar aquel intento reformista conocido como la “Primavera de Praga”. Después fue firmante de la Carta 77, un documento que, entre otras cosas, protestaba por la falta de libertades que el sistema pro soviético mantenía en su país.
Esa actividad opositora llevó a Havel a la cárcel de 1979 hasta 1984. Pero ya en 1989, cuando soplaban aires perestroikos y de liberación en toda Europa oriental, Havel fundó el Foro Cívico, un movimiento que lucharía por la liberación de su país. Una liberación que sobrevendría ese propio año, y que llevaría a Havel a la presidencia de la nueva Checoslovaquia. Después, tras la conversión de su país en dos repúblicas independientes (Chequia y Eslovaquia), Havel fue elegido como el primer presidente de la República Checa para el período 1993 a 2003. Varios medios internacionales convinieron en calificar al dramaturgo y político checo como “una de las personalidades más apreciadas y respetadas de la política europea”.
Como vemos, la maquinaria castrista no tiene límites en cuanto al irrespeto que profesa hacia aquellos que no hayan comulgado con su ideología. Basta con que se sea partidario de las libertades políticas y la economía de mercado para que el oficialismo cubano lo tilde a uno de “defensor de los intereses hegemónicos de Estados Unidos”. No reparan en el hecho de que Václav Havel, con esa vida entregada a la liberación de su país, contribuyó a eliminar el hegemonismo que conculcaba las libertades de más de una decena de pueblos europeos: el impuesto por las armas del Kremlin.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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