LA HABANA, Cuba.- Se ha iniciado la publicación de las entrevistas realizadas por el conocido periodista hispanofrancés Ignacio Ramonet al flamante “presidente de la República de Cuba” electo por 605 compatriotas y ratificado en el cargo por apenas 470, Miguel Díaz-Canel Bermúdez. Según se ha anunciado, se trata de una miniserie de tres entregas, que deben estar consagradas respectivamente a la política interna, la economía y los asuntos exteriores.
El anuncio del estreno vino acompañado por una información que, en puridad, constituía una pésima recomendación. La Televisión Cubana, monocolor, aburrida y unipartidista, tenía previsto transmitir esos materiales por distintos canales y a diferentes horas.
Es de ese modo que, en este país diezmado por los apagones (en el interior es más correcto hablar de alumbrones), el régimen garantizaba que cada cubano tuviese la ocasión de ver los tres capítulos. El castrocomunismo, al ayudar a difundir el material, certificaba su ínfima objetividad.
Por otra parte, resulta evidente la miseria en la que está sumida nuestra desdichada Isla bajo el régimen de “Continuidad” que encabeza el entrevistado. Y tanto, que Ramonet, pese a su indudable competencia y su dominio del castellano que le permitió echar mano de delicados eufemismos para referirse a esa situación francamente catastrófica, tuvo que centrar su segmento supuestamente consagrado a la política interna en los infinitos problemas económicos que enfrenta hoy Cuba.
La entrevista
¡Y conste que, si en verdad hubiese estado animado por el propósito de ilustrar a su auditorio sobre las realidades de esta Gran Antilla, habría tenido tela de sobra por la que cortar! Me refiero (y es sólo el ejemplo más obvio) al sistema político instaurado aquí, con una Constitución que dispone la existencia de un partido “único” y un sistema electoral que no permite que el supuesto “soberano” decida su destino.
Aclaro que no pretendo hacer comparaciones con los países de la “democracia representativa” tradicional, como la misma Francia en la que el periodista español ha optado por radicarse. O como la Cuba prerrevolucionaria, que (con todo y sus defectos, exacerbados bajo regímenes autoritarios como los de Machado y Batista) era un país incomparablemente más libre que el que padecemos hoy.
Y no es que los cotejos de ese tipo no sean justos. El asunto radica en que, para los pensadores que confiesan sus simpatías por los regímenes “de izquierdas” (como el mismo don Ignacio), la sola idea de parangonar a estos con los del “mundo del capital” resulta intolerable e inadmisible. Entonces, para evitar que un hipotético debate ni siquiera llegue a iniciarse, es preferible que mostremos un poco de tolerancia y nos limitemos a hacer la comparación con otros estados que cojean de la misma pata zurda.
“Nuestra América“
Me refiero, en Nuestra América, a países tan poco sospechosos de anticastrismo como Venezuela o Nicaragua. A las políticas que siguen sus respectivos gobiernos se les pueden y deben formular acusaciones diversas. Por ejemplo, en el caso de Venezuela, que tiene previsto realizar elecciones generales el venidero 28 de julio, se han denunciado múltiples irregularidades y abusos relacionados con ese proceso comicial.
Entre estos puede mencionarse la arbitraria negativa a inscribir, primero, la candidatura de la candidata casi unánime de la Oposición, María Corina Machado; y después, la de la sustituta designada, su tocaya Corina Yoris. Sin embargo, en definitiva sí pudo inscribirse al exdiplomático Edmundo González Urrutia, alrededor del cual se han agrupado los diferentes partidos y otras organizaciones no chavistas.
Lo anterior no quiere decir que en la Patria del Libertador no existan peligros al ejercicio de la soberanía por parte del pueblo. Sin ir más lejos, el pasado día 14 Infobae publicó una información de título elocuentísimo: “Un alto oficial de Venezuela advirtió que el régimen de Maduro planea suspender las elecciones por un tema de defensa nacional”. Según ese material, el dictador tiene pensado provocar un conflicto con un país limítrofe (seguramente Guayana, por el diferendo sobre el Esequibo), lo cual serviría de pretexto para posponer la votación.
Cuba sin opciones
Pero lo cierto es que, más allá de las evidentes distorsiones que sufren las instituciones democráticas en Nicaragua o Venezuela (que son innegables), es un hecho cierto que en esos países se admite, en principio, que existan partidos de oposición y que estos postulen candidatos alternativos para cubrir los distintos cargos públicos, incluyendo el de Presidente de la República.
En Cuba no existe nada ni remotamente parecido. En nuestro país, desde la instauración misma del castrismo, esas ideas son anatema. El Partido Comunista siempre ha sido único; pero bajo el raulismo esa condición ha adquirido rango supralegal.
En las elecciones generales (las de diputados), los ciudadanos no sólo no cuentan con la posibilidad de optar por opositores: ¡ni siquiera pueden escoger entre diferentes candidatos gobiernistas! Si a un municipio le corresponde elegir, digamos, tres diputados, en las boletas figurarán los nombres de tres candidatos, y cada uno de ellos resultará electo sin falta, según nos enseña la experiencia.
Me pregunto: ¿Acaso el esclarecimiento de estos temas, aunque sea desde el punto de vista del oficialismo castrista, no habría representado gran interés para los seguidores de Ramonet? Se trata, como es obvio, de la cuestión más importante de la política interna de Cuba.
¡Pero el periodista hispanofrancés prefirió soslayarla por completo! ¡Excelente ejemplo de cómo un informador de la extrema izquierda prefiere escamotear a sus seguidores información vital antes que poner en evidencia al representante más destacado de uno de los regímenes de sus amores!
Sigue nuestro canal de WhatsApp. Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de Telegram.