MIAMI, Estados Unidos. – Este miércoles 11 de marzo el periodista y abogado Roberto de Jesús Quiñones Haces cumple seis meses en prisión. El régimen cubano no tuvo reparos en condenarlo a un año de prisión por el supuesto delito de “desobediencia”.
Sin embargo, el único “delito” del reportero fue intentar informar sobre el juicio contra Ramón Rigal y Ayda Expósito, una pareja de religiosos guantanameros procesada por educar a sus hijos en casa.
Aunque Quiñones Haces sufrió daños físicos ocasionados por la propia Policía, las autoridades desestimaron su denuncia y, en cambio, lo condenaron a un año de presión. De esa forma devino único periodista cubano preso en la actualidad.
No obstante, si otros colegas del también abogado y escritor no se encuentran en la cárcel, no se debe a la benevolencia de La Habana. Un análisis del panorama cubano de los últimos meses demuestra cómo han aumentado los actos represivos contra la sociedad civil de la Isla, particularmente contra periodistas y activistas.
Por lo visto, el régimen prefiere hostigar, amenazar, interrogar, prohibir la salida del país, arrestar durante horas o incluso impedir la salida de los periodistas de sus propias casas, acciones clave de una guerra de desgaste programada para quebrar a los reporteros independientes sin tener que llevarlos a la cárcel.
En las últimas semanas numerosos reporteros de la Isla han dejado constancia en las redes sociales de las citaciones y amenazas del Ministerio del Interior (MININT) en su contra: los periodistas Carlos Manuel Álvarez, Miriam Celaya y Luz Escobar han sido contactados por la Policía política. Los agentes de la Seguridad de Estado ni siquiera permiten a Escobar abandonar su vivienda.
Pocas semanas antes la reportera de CubaNet Camila Acosta fue desalojada de su alquiler en La Habana por presiones de la Seguridad del Estado contra los propietarios de la vivienda.
A estas acciones puntuales se suma el hostigamiento de cientos de periodistas que, a lo largo de la Isla intentan romper el bloqueo informativo de los medios oficiales subordinados al Partido Comunista, y se esfuerzan por que las noticias sobre la realidad cotidiana de un país en crisis, desabastecido y gobernado a puño de hierro, también esté presente en la agenda informativa de los medios alternativos.
Incluso, desde la cárcel donde ha tenido que pasar ya seis meses, Roberto de Jesús no ha cejado en su empeño de contar la realidad que le circunda. A pesar de las amenazas y prohibiciones, aun a expensas de los castigos que podría sufrir, el reportero se las ha ingeniado para hacer llegar a CubaNet sus relatos sobre la cárcel cubana.
“El pasado 4 de octubre fui sometido a un consejo disciplinario por haber publicado un artículo en CubaNet. La medida propuesta por la Jefatura fue prohibirme usar el teléfono durante un mes”, escribió Quiñones haces para este medio de prensa poco después de ser encarcelado. “En mi caso ―porque según las autoridades de la prisión soy un contrarrevolucionario― no puedo hacer uso del teléfono con la misma frecuencia que los demás reclusos”.
Aparentemente el régimen cubano usó al periodista cienfueguero para enviar un mensaje ejemplarizante al resto de sus colegas en el resto del país.
Quiñones Haces podría ser parte de una tríada de presos cubanos usados por La Habana para condenar simbólicamente a todos los opositores, los artistas y los periodistas. En la cárcel cubana hoy día permanecen el opositor José Daniel Ferrer, líder de la Unión Patriótica de Cuba, UNPACU, y el performer Luis Manuel Otero Alcántara, un artista visual del Movimiento San Isidro.
Mientras que a Ferrer la Fiscalía pretende condenarlo a nueve años de cárcel por los supuestos cargos de “lesiones” y “privación de libertad” de terceros, a Otero Alcántara han intentado acusarlo por los presuntos delitos de “ultraje a los símbolos” y “daños”.
En los tres casos ―Quiñones, Ferrer, Otero Alcántara―, La Habana se ha ganado el repudio internacional de organismos defensores de los derechos humanos, gobiernos y personalidades de la cultura y la política.
A pesar de su injusta condena, que jamás habría tenido que cumplir en un sistema democrático, tras seis meses en la cárcel vale más el ejemplo de resistencia de Quiñones Haces que el mensaje de represión del régimen cubano contra todos los que osan romper el bloqueo informativo de la dictadura.
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