PUERTO PADRE, Cuba.- “¡Auxilio, socorro, ayúdennos!”, fueron palabras que, unas veces pronunciadas teatralmente, remedando un desastre por gente cínica, bien acuartelada, pero otras dichas en voz de circunspectos desamparados, reiteradamente escuché exclamar la mañana de este sábado, luego del anuncio oficial de la temporada ciclónica, cuando muchísimos nos preguntamos:
¿Qué sucederá si agravando las crisis alimentaria, económica, financiera y sociopolítica que vivimos los cubanos hoy, para colmos de males, mañana o pasado o cualquier día de los próximos seis meses, un ciclón pasa por Cuba y arrasa con lo poco que ya nos queda?
La temporada ciclónica 2024 que según expertos será muy activa este año, con incrementos casi de 200% de eventos meteorológicos de gran intensidad o menos intensos, ha comenzado este 1ro de junio y se extiende hasta el próximo 30 de noviembre. Son meses de peligros para todos los que vivimos en esta área del Atlántico, el Golfo de México y el Caribe, históricamente, desguazados por la lluvia y el viento del temporal.
Vidas humanas, de ganado, de fauna silvestre, miles de hectáreas de cultivos que proveen alimento humano y para los rebaños, de plantaciones forestales y de bosques naturales, y miles de viviendas, almacenes e industrias, han desaparecido o han sido dañados por los ciclones, produciendo pérdidas irreparables, o con solución a largo plazo y al costo de millones.
Y, en Cuba, bajo un régimen totalitario comunista, que ya prolonga por más de 65 años las penurias humanas, particulares y nacionales todas como consecuencia de la negación de las libertades civiles y entre ellas de forma principalísima la negación de la economía de mercado, para instaurar un gigantesco monopolio de Estado –y, a ultranza, sí, a todo trance y resueltamente, ahora ser conviviente y en connivencia con mercaderes “particulares” usureros, fieles al Partido Comunista y explotadores de la nación toda, como el mismo régimen estatista que los legitima–, los pobres, que son los cientos de miles de jubilados de las empresas estatales con pensiones miserables, no podrán comprar una libra de clavos o una plancha de madera para asegurar las ya desvencijadas puertas y ventanas de sus hogares, muchos derrumbándose, que no resistirán ni la primera racha de viento huracanado.
Esos cientos de miles de personas pobres, en estado de cuasi mendicidad que los voceros del régimen totalitario comunista llaman eufemísticamente “vulnerables”, no tienen dinero para en caso de ciclón, ni comprar una vela en 100 pesos para alumbrarse. Pero… ¡Cómo alumbrarse con velas en caso de ciclón si permanecen a oscuras con buen tiempo durante noche tras noche de apagón!
Esa pobre gente, que carece de una vivienda segura para abrigarse y dormir protegidos en una noche de huracán, que carece de ropas y de zapatos, habiendo gastado las suelas marchando y aplaudiendo al régimen castrocomunista durante todos estos años y, misérrimos, hoy aplauden a “mi presidente Díaz-Canel” –que va con zapatos de marcas famosas–, carecen hasta de lo imprescindible, eso que suele haber en cualquier botiquín o en la alacena de una casa de trabajadores en un país civilizado.
Pero los pobres cubanos no tienen ni medicamentos básicos, esos, ni para calmar una cefalea transitoria o un dolor de muelas; no, no tienen una lata de sardinas o de carne prensada o de frijoles en reserva: ¿cómo reservar lo que no se tiene para hoy?; y no tienen lámparas recargables, ni baterías, ni convertidores, ni plantas eléctricas que funcionan con gasolina, no tienen ni fósforos si tuvieran una vela; y, sin llegar los vientos del huracán, sufren días y noches de penurias extremas, con poca o ninguna comida decente, entiéndase nutritiva, muchos, comiendo “raspaduras”, que para los lectores no cubanos, desconocedores del término, es guarapo, jugo de caña de azúcar hervido hasta solidificarse, y que a 30 pesos la porción de poco más de dos y media por tres y media pulgadas, es lo más barato y mejor que pueden conseguir para no pasar hambre, con “buen tiempo”.
Entonces… No, no es raro que ya desde el primer día de la temporada ciclónica, sin tener materiales ni herramientas para en caso de huracán asegurar casas, corrales o ranchos, sin tener medios ni formas para hacer reservas de medicamentos, agua, víveres, ropas, calzados y combustibles, los cubanos lancen un S.O.S., pues… ¿¡Cómo la pasaremos si además de azotarnos el comunismo nos azota un ciclón!?
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