LA HABANA, Cuba.- La XXIV edición del Foro de Sao Paulo ya es historia, y sus ecos van desapareciendo gradualmente de los medios de prensa. Sin embargo, los cubanos tienen ante sí la necesidad de descifrar las palabras pronunciadas por la segunda figura del Partido Comunista, José Ramón Machado Ventura, durante la clausura de esa cita.
Después de insistir en el habitual discurso castrista de que “constituye una prioridad absoluta de Washington y de su estrategia subversiva contra Cuba, promover la división en nuestra sociedad y, de manera particular, en las filas revolucionarias”, Machadito apuntó que “frente al plan divisionista de Estados Unidos, impondremos nuestro plan de unidad nacional, revolucionaria y socialista”.
Pensábamos que la susodicha unidad ya se alcanzaba con el artículo constitucional que refrenda el carácter rector del Partido Comunista en la sociedad -lo que se mantiene en la actual reforma constitucional-, y también con el acápite que declara irrevocable el sistema político imperante en la Isla. Más, al parecer, los gobernantes precisan de mecanismos adicionales para garantizar la “unidad” de la nación.
¿Acaso una ola represiva que acabe con los grupos opositores, la prensa independiente y otros actores de la sociedad civil? Aunque de la maquinaria del poder puede esperarse cualquier cosa, una opción tan radical podría ocasionarles un costo político muy elevado, sobre todo en sus relaciones con la Unión Europea, tal y como sucedió tras la Primavera Negra de 2003.
En otra parte de su discurso, Machado Ventura ofrece nuevas claves acerca de la futura actuación gubernamental. “Estamos obligados a dar más atención a los modestos medios de comunicación que poseemos”, afirmó el segundo secretario del Partido Comunista. ¿Más atención y control que el que ya poseen? Resulta sorprendente semejante aseveración apenas unos días después de celebrarse el congreso de la oficialista Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), ocasión en que se reafirmó la total adhesión de los periodistas de ese gremio a las directivas que trace la cúpula del poder.
Y es que el castrismo nunca se siente seguro. Lo corroboramos con el anuncio reciente del Ministerio de Educación Superior (MES) sobre el plan de ingreso a las universidades para el próximo curso 2018-2019. Para la especialidad de Licenciatura en Periodismo, los aspirantes serán seleccionados luego de un “riguroso proceso que demuestre las competencias necesarias para esta especialidad, y el compromiso con las mejores tradiciones de esa profesión en Cuba” (“Nuevas facilidades para el ingreso a la Educación Superior”, periódico Juventud Rebelde, edición del 19 de julio).
Ese “compromiso con las mejores tradiciones de esa profesión en Cuba”, obviamente, se refiere a que el gobierno obligará a cada estudiante a firmar un acta en la que se comprometa, una vez graduado, a ser fiel a las autoridades del país. El castrismo pierde el sueño cada vez que un joven periodista abandona las redacciones de Granma o Juventud Rebelde, o no acata el cumplimiento del servicio social, y decide incursionar en el periodismo independiente.
Y otra de las tareas anunciadas por Machadito es la de “conceder más peso a la formación cultural y política de nuestros militantes y seguidores”. No obstante el diluvio mediático unidireccional a que es sometida la población cubana, al parecer eso no satisface totalmente a los gobernantes. Por lo cual, por ejemplo, los delegados al recién finalizado congreso de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), recibieron conferencias de varios ministros para que los “actualizaran” sobre el acontecer nacional e internacional.
Quizás ese énfasis en la formación cultural y política de los seguidores del castrismo sea la principal misión que le encomienden al poeta-comisario Alpidio Alonso en su nueva responsabilidad al frente del Ministerio de Cultura.