LA HABANA, Cuba. -La trama de la película Una noche con Los Rolling Stones se enmarca en uno de los momentos clave de la historia cubana más reciente. La historia comienza a desarrollarse en las horas previas al concierto de la famosa agrupación británica el 25 de marzo de 2016 en la Ciudad Deportiva de La Habana.
La película, protagonizada por la laureada actriz Lola Amores, es el segundo largometraje de la realizadora cubana Patricia Ramos, quien conversó con CubaNet sobre esta cinta, que tiene de fondo la visita del emblemático grupo para representar una profunda y conmovedora historia personal en medio de los avatares de la sociedad cubana.
―¿Cómo ha sido la acogida del público cubano al filme?
―Ha sido muy bonita. Cálida. Cuando he tenido la oportunidad de presentarlo y compartir con el público, he podido sentir las reacciones de las personas a los momentos de humor o de tristeza que tiene el filme. Luego, alguna gente se anima, se acerca a una y le comenta sus impresiones. Algunas son asociaciones que yo nunca imaginé y eso es maravilloso. La verdad no me puedo quejar, he recibido opiniones que me han conmovido.
―¿Fue complejo el proceso de realización de la película?
―Siempre en un país pobre como el nuestro hay dificultades. A muchas de ellas estamos más o menos acostumbrados, y las resistimos, las sorteamos. Esta vez, además de todos los problemas eventuales, se sumaba la COVID-19. Lo primero fue que una parte importante del equipo se enfermó en la preproducción y tuvimos que detener nuestro trabajo por 15 días. Luego, filmamos con la enfermedad, ya en proceso de diluirse, digamos, pero con mascarilla.
Durante la primera parte del rodaje teníamos la obligación de usar la mascarilla; luego, a partir de la mitad, ya no teníamos que usarla. Estábamos filmando una película que se ubicaba en el año 2016, así que todos nuestros extras, que fueron muchos, no podían filmar, obviamente, con el rostro cubierto. Tratamos, entonces, de que los momentos de mayores extras fueran cuando la filmación estuviera más avanzada con la esperanza de que el virus fuera más suave y nadie se volviera enfermar; por suerte, así fue. Fuera de eso, fueron 34 días de filmación, un rodaje bastante tranquilo, con las complejidades propias de cualquier filmación y los tropiezos inevitables.
Para mí fue un reto porque era la primera vez que trabajaba con un equipo tan grande, muchas personas a las que no conocía y tuve experiencias a las que no me había enfrentado como filmar una lluvia, filmar una fiesta con muchos extras, filmar con tantos actores. Mi anterior película, El Techo, que fue independiente, era muy pequeña en términos de producción comparada con esta, así que para mí fue un reto y un aprendizaje esta segunda oportunidad.
―¿Le resultó complejo el proceso de captación de actores para el filme? ¿Por qué se decidió por Lola Amores para la protagonista?
―Yo disfruto mucho el momento de hacer el casting de una película, el casting “público” quiero decir, cuando uno entrevista y luego prueba una escena con los actores, porque yo me paso la vida haciendo una especie de casting “interno”, observando actores para futuros proyectos.
Pero, bueno, volviendo al casting: lo he hecho cuando he estado ante la posibilidad de filmar un largometraje porque cuando hago cortos elijo a los actores sin tener que someterlos a una prueba. El casting es un momento del proceso para mí fundamental y trato de no equivocarme en esas elecciones porque es el instante en que se hacen corpóreos los personajes que uno escribió. Es la magia ante mí. Pero igual se sufre mucho, lo sufren los actores que inevitablemente están nerviosos y uno que siente sus nervios, la ansiedad también, y tiene que elegir lo que considera la mejor opción para uno o tal personaje.
Siempre les digo a los actores que más allá del casting que están haciendo ahora están haciendo un casting para el futuro. Me ha pasado que he encontrado actores maravillosos en un casting que no he elegido, pero se me quedan en la cabeza y después los he llamado para otro proyecto.
En el caso de esta película, tenía que buscar actores de muchos rangos de edad. Tamara Morales fue la directora de casting y le agradezco mucho su ojo a la hora de ir conformando el universo de actores que finalmente quedó. Conversamos ella y yo mucho, hasta el cansancio y más; buscamos, y meditamos mucho sobre los actores que podíamos convocar. Tengo la dicha de que para varios de ellos es su primera película.
Con respecto a Lola Amores, yo me la había imaginado para el personaje, pero la película se demoró demasiado en hacerse y se me fue de la cabeza. Empecé a dudar, pero cuando vi su prueba de casting me regresó la certeza de que era ella la Rita que yo buscaba. Lola es una actriz con un talento extraordinario y una ductilidad envidiable. Trabajamos desde el maquillaje, el vestuario y la fotografía para poder enfatizar en ella esa languidez que naturalmente tiene el personaje, y que también habita en Lola. Trabajar con ella fue una fiesta para mí. Logramos una conexión y un entendimiento que no había que explicar mucho; una intuición nos unía a la hora de ir creando a la Rita de nuestra película.
―¿Cuál fue el significado que tuvo para usted a nivel personal esa fecha en que tocaron Los Rolling Stones en Cuba?
―Para mí fue muy emocionante. Difícil de creer porque como dice un texto de la película: “En el país de las buenas noticias, no hay buenas noticias”. Pero el concierto de Los Rolling Stones fue algo mágico, un alboroto tremendo del corazón, una buena noticia. Yo me la pasé llorando de emoción varias canciones mientras los escuchaba.
La cinta también fue premiada en el Havana Film Festival de Nueva York. ¿Cómo cree que ese premio puede contribuir a que la película siga alcanzando éxitos en el circuito internacional?
Los premios son reconocimientos que una agradece mucho, pero a veces son azarosos y dependen de muchas circunstancias ajenas. Hay películas maravillosas que transitan sin premios y eso no les resta valor. Pero bueno, a nos gusta el reconocimiento, el que te reconozcan tu trabajo, tu esfuerzo, el valor de un determinado empeño. Yo he sido jurado y sé lo que es someter una película a ese escrutinio, lograr un consenso o la unanimidad entre diversas subjetividades que eligen una obra u otra. En este caso, nos tocó en el Havana Film Festival de Nueva York, y agradezco mucho los ojos y la delicadeza del jurado que otorgó el premio de mejor actuación femenina a Lola Amores.
―La película la hizo en un contexto económico y social bastante complejo en Cuba. ¿En algún momento pensó que no la lograría?
―Todo el tiempo. Todo el tiempo pensé que algo iba a pasar y no la iba a poder filmar. La verdad una está más acostumbrada a las malas noticias que a las buenas, así que me sentía siempre en una delicada zozobra. Siempre esperando, aun cuando no lo confesara en voz alta, que no se iba a poder. Por suerte no pasó, y la pudimos hacer.
―¿En qué situación se encuentra el cine independiente en Cuba?
―Una cosa buena es que ya no se sataniza la palabra independiente, y por fin se ha aceptado como algo natural, una manera de enfrentar y contar el cine con todo lo que conlleva de riesgo artístico y económico. Las obras ahí están, para suerte nuestra, aunque no se expongan o censuren. Existen y existirán, mientras haya seres humanos que las deseen ver y entender. Lo malo es que estamos en el peor momento económico que yo he vivido en la Isla, y eso repercute directamente en el cine independiente. Se hace muy difícil poder filmar en las actuales circunstancias.
―¿Le gustaría presentar la película ante Los Rolling Stones?
―Bueno, la película es de conocimiento de Los Rolling Stones. Todo lo que está en ella, que tiene que ver con el grupo, es de su conocimiento, porque para que estén en la película tuvimos que contar con su autorización. Y eso fue un largo proceso, desde que le enseñamos el proyecto, en una hermosa carpeta, hasta que le mostramos la película. Esa era la condición número uno de ellos para poder colaborar con nosotros. Fue una bendición poder contar con su imagen y su música en nuestra película. Fueron muy generosos con nosotros. De algún modo, que ellos, finalmente estén en la película es un pequeño homenaje nuestro a aquella noche de felicidad que nos regalaron aquel 25 de marzo de 2016.
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