MIAMI, Estados Unidos. – Maridilegnis Caraballo perdió una parte de sí cuando arrestaron a su esposo. El pastor Lorenzo Rosales Fajardo había salido pacíficamente junto a su hijo mayor, David, a las calles el 11 de julio de 2021 en la ciudad de Palma Soriano. Allí fue inmovilizado por militares, transportado a uno de los cuarteles de la policía política local, golpeado y vejado. Hoy purga una condena de siete años de prisión.
Junto a Rosales Fajardo, Caraballo pastorea una pequeña iglesia que el Estado se niega a registrar. Junto a él también cuidaba de sus hijos, ambos adolescentes, ahora afectados por la lejanía y la injusticia. Caraballo, como otras esposas y madres de presos políticos en Cuba, han salido a la palestra pública para visibilizar los casos de sus seres queridos.
La última vez que recibió noticias de su esposo eran duras: su salud volvía a quebrantarse, los riñones otra vez, bebía poca agua y era mucho el trabajo al sol. Caraballo habló con la prensa, atendió cuanta posibilidad había de llevar el mensaje afuera.
Mientras, la vida sigue su lento flujo en la empobrecida y oscura Isla donde vive. Mientras, intenta sostener las columnas del hogar que el socialismo resquebrajó.
―¿Qué reacción han visto en el barrio, entre los vecinos, tras el encarcelamiento del pastor?
―No solo en nuestro barrio, sino en la comunidad de manera general, hemos recibido el soporte de familia, amigos e, incluso, de personas que ni conocemos que a veces se me acercan en la calle para mostrar su apoyo. Hemos experimentado el amor de la gente de este lugar de muchas maneras.
Algo que nos impresiona es cómo, en las oportunidades en que mi esposo ha salido de pase, muchas personas vienen a casa a verle. El punto de coincidencia en cada comentario es la injusticia que nos ha tocado vivir, y no solo a nosotros, sino a miles de familias. La gente sabe qué pasó con mi esposo. Desde el 11 de julio de 2021, en presencia de todo el pueblo y sin ninguna causa recibió las primeras y brutales palizas de muchas que después seguirían. Se suma a toda eso la crueldad que lleva consigo estar preso en el contexto actual de nuestra nación y sin haber cometido ningún delito.
Una historia que marcó mi corazón me la comentó hace poco. Ministrando del amor de Dios a otros reclusos en la prisión de máxima seguridad de Boniato, en Santiago de Cuba, él estaba en el destacamento número 18, el de reincidentes. Algunos tenían como sanción más de 40 años de cárcel, nunca saldrían de allí. Varios abrieron su corazón y empezaron a contar la causa por la que estaban presos. Era para estremecerse: los más crueles asesinatos, a familiares incluso. Cuando Lorenzo terminó de contarme me dijo: “Y yo, ¿a quién asesiné?”.
Si por un lado, el sistema judicial presuntamente había hecho justicia ante el delinquir de aquellas personas, por el otro, mi esposo se encontraba en medio de todos ellos, como un criminal más, en uno de los destacamentos más peligrosos.
―Parte importante para la vida de fe es la comunidad de creyentes. ¿Cómo ha respondido a la situación de su familia?
―En medio de esta prueba no todo ha sido malo, hemos crecido mucho como personas, como familia, nos hemos acercado mucho a Dios, y eso es algo espectacular por lo que agradecemos. Ver y experimentar el amor de Dios en acción, ver su obra en cada hermano en este tiempo ha sido uno de los regalos y las experiencias más hermosas de mi vida.
Como Job, hoy podemos decir: “De oídas te había oído, pero ahora te conozco”. Muchos cristianos fueron preparados por Dios para este tiempo. Muchos, no solo en nuestro país sino también fuera de fronteras, no cesan de orar por mi esposo, por nuestra familia. Otros han colaborado una y otra vez para que no nos falte nada, otros han sido puertas abiertas para que el caso de Lorenzo sea conocido, otros han abogado en los más altos niveles por la libertad de mi esposo, otros no cesan de animarnos a través de sus cartas.
Y puedo decir aún más: estos casi tres años han sido posibles gracias a los hombres y mujeres de fe que Dios ha usado en cada rincón del mundo. Hoy aprovecho para que llegue públicamente nuestro agradecimiento a cada una de esas vidas. Hemos visto cumplido el paralelismo al que se refiere la Biblia cuando nos compara con el cuerpo humano: muchos miembros, muchas funciones, pero siendo uno, todos se duelen con nuestro dolor.
―¿Cuál es el estado de la congregación independiente Monte de Sión, que pastorea junto a su esposo?
―Con nuestra prueba, la iglesia también fue probada. Ha sido también muy difícil como congregación llegar hasta el día de hoy. Hay todo un camino en el que, lamentablemente, algunos no están, pero en el que también hemos visto al dueño de la Iglesia, al que la compró con precio de sangre, guardarla, sostenerla, guiarla y edificarla.
Seguimos escuchando su voz, obedeciéndole, trayendo el reino, y conociéndolo para darlo a conocer.
―Sé que Rosales Fajardo, a pesar de la vida dura del presidio político, no ha dejado de predicar, y que incluso ha servido animando y aconsejando a otros reclusos.
―Siempre dice que lo único que cambió en este proceso fue la plataforma. A pesar de todo, él no pierde el gozo y el sentido del humor.
Viendo su vida no puedo dejar de pensar en el Apóstol Pablo cuando dijo: “Nada me separará del amor de Cristo”. La tribulación no ha detenido el propósito. A pesar del sufrimiento ha seguido mostrando a Cristo, predicando, aconsejando, ayudando a muchos y experimentando la verdadera libertad, a pesar de las rejas. Incluso, muchos de ellos han sido ya bautizados.
―Su hija, en edad escolar secundaria, ha sufrido acoso por parte de profesores a causa de la participación de su padre en las manifestaciones del 11J.
―Sí, mis hijos han sufrido mucho la prisión injusta de su papá. Han sido obligados a tener un papá ausente en edades muy difíciles, como la adolescencia y la primera juventud. Por si fuera poco, les ha tocado lidiar con que en la escuela les señalen y les humillan personas o profesores. En un último incidente un profesor llamó a mi hija “gusana” y “contrarrevolucionaria” en medio de toda la clase.
Todo por ser la hija del pastor Lorenzo Rosales, preso del 11J, de quien nos sentimos sumamente orgullosos.
![Lorenzo Rosales, Maridilegnis Caraballo y sus dos hijos](https://cubanet.1eye.us/wp-content/uploads/2024/06/pastor-lorenzo-rosales-familia.jpg)
―Su hijo, David, ¿ha experimentado circunstancias similares?
―Mi hijo David también fue detenido arbitrariamente el 11 de julio junto a su papá. Tenía solo 17 años. Pasó una semana en la cárcel, y después le fue impuesta una fianza como medida cautelar. Finalmente, su sanción fue una multa y seguimiento policial que duró meses.
A pesar de todo se esforzó para terminar su duodécimo grado y obtuvo una carrera universitaria. Aunque no tenemos que lamentar un hecho parecido a lo que ocurrió con mi hija en la escuela, esta situación y la prisión de su papá le ha afectado. David se vio obligado a abandonar sus estudios pues, económicamente, no pude sostener el hogar en el contexto actual.
Muchas han sido sus lágrimas y frustraciones por no tener a su papá, quien siempre estuvo con ellos, sobre todo con él, en su vida emocional, acompañándolo en sus desafíos, sus experiencias, sus miedos en esta etapa de la vida, mientras dejaba de ser un niño y pasaba a ser un hombre.
Muchas noches David necesitó a su papá, y aunque Dios no nos ha faltado y ha sido ese padre amoroso que hasta hoy le ha sostenido, el encarcelamiento de mi esposo le ha afectado en su vida espiritual. Sé que tiene muchas preguntas antes Dios.
―¿Cuál cree que ha sido el principal impacto de la ausencia de Rosales Fajardo para usted?
―Me ha sido y es muy difícil ver crecer a mis hijos visitando a su papá, un hombre de Dios, un excelente padre, apenas una vez al mes en una prisión.
De otro lado, todo esto que ha pasado a nivel emocional en nuestras vidas, no tiene que ver con nuestra fe, o sea tenemos una fe inquebrantable en lo que Dios ha dicho, y en su palabra, y estamos seguros de que todo esto redundará para bien. Reconocemos que hoy, por medio de la prueba hemos crecido y nos hemos acercado a Dios de manera extraordinaria. Vidas han sido alcanzadas y acercadas a Cristo, hemos visto familias restaurarse a través de este sufrimiento y eso es glorioso.
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