LAS TUNAS, Cuba.- Una anciana de 85 años de edad y que padece Alzheimer, pese a la esmerada atención dispensada por su cuidador, sufrió fracturas al caer de su cama. El cuidador apenas si había dado la espalda a su paciente. Iba por los alimentos de la enferma cuando, incapaz de coordinar sus movimientos, la señora fue al piso tratando de salir del lecho.
El cuidador se resistía a atar a la anciana, con todo y que la mujer se encontraba descompensada por la falta del medicamento indicado por el psiquiatra: tres tabletas de tioridazina administradas en desayuno, almuerzo y comida. 90 pastillas al mes.
Pero la tioridazina no sólo está en falta en las farmacias cubanas para uso de enfermos no recluidos, sino también en hospitales. Recientemente, tratando de conseguir algunas tabletas para la enferma a su asistencia, un cuidador fue a la sala de siquiatría del hospital “Guillermo Domínguez”, que recibe pacientes de los municipios de la costa norte de la provincia Las Tunas, pero allí tampoco encontró el medicamento.
“Ya hoy ni nosotros la tenemos (la tioridazina) para los enfermos que están en la sala (de siquiatría)”, dijeron al cuidador.
Las autoridades del Ministerio de Salud Pública (MINSAP) conocen del desabastecimiento del medicamento necesitado por los aquejados con demencias y las consecuencias de esa carencia para estas personas.
Hace unos meses, la sección Acuse de Recibo del periódico Juventud Rebelde (JR) publicó la queja de Marisela Rodríguez, residente en Marianao, La Habana. Contaba ella como “hace más de cuatro meses” no encontraba en las farmacias tioridazina para su mamá, una anciana de 90 años con demencia senil.
Y decía Marisela cómo, a falta de tioridazina, debió por prescripción facultativa dar alprazolam a su mamá, la que desde entonces ha sufrido algunos “trastornos de salud”.
Al reseñar la supradicha queja, JR decía también cómo en el asilo que da cobija a la señora madre de Marisela Rodríguez, “todos los ancianos” a quienes se administró alprazolam como sucedáneo de la desaparecida tioridazina “se están comportando de similar manera”, esto es, con “trastornos de salud”.
El MINSAP no ha dado respuesta a la queja publicada por JR, el periódico de los jóvenes comunistas cubanos, respecto a la falta de un medicamento apremiante en la ya creciente población cubana con padecimientos de demencias.
Tampoco las autoridades de Salud han respondido acerca de los “trastornos” sufridos por los ancianos a quienes se administró un medicamento en sustitución de otro. Y no es preciso ser médico para saber que un anciano demente es un ser humano específicamente debilitado.
Pero una breve lectura al prospecto del medicamento alprazolam revela: “Reacciones adversas frecuentes: somnolencia, confusión y ataxia (especialmente en debilitados y ancianos), mareos, sedación, depresión, desorientación…”
Luego… ¿Qué cuidados médicos estamos prestando en Cuba a nuestros ancianos?
La respuesta parecería un chiste, pero no lo es. Allá por los años 60 del pasado siglo, un dúo de humoristas muy populares fue a la cárcel cuando uno preguntó al otro: “¿Cuál es el colmo de un gobernante?” “El colmo de un gobernante es matar a un pueblo de hambre y luego regalarle el entierro”, respondió el humorista aludido, firmando así su sentencia de encarcelamiento.
Las cosas no han cambiado mucho en Cuba de los años 60 acá, con todo y ahora la esperanza de ¿vida? para los cubanos es mayor, mientras el de las largas condenas carcelarias se ha reducido, al menos para los humoristas.
Las que sí no se han reducido son las relaciones causas-efectos, como aquellas del funeral regalado al muerto de hambre.
Ahora, mientras por falta de medicamentos o por la administración de sucedáneos inapropiados los ancianos cubanos sufren múltiples fracturas, muchas de ellas con resultados mortales, el 10 de junio Cuba presentó “los últimos estudios de la cirugía de cadera” en un foro que tuvo lugar en el Centro de Investigaciones Médico-Quirúrgicas en La Habana..
“A menos medicamentos sedativos más ancianos fracturados, lo que es igual a mayor investigación ortopédica”, dice un cubano jodedor, y el apotegma sólo parecería un dicharacho macabro si la risa en Cuba no tuviera trasfondo de llanto.