MIAMI, Estados Unidos.- Un grupo de 27 balseros recién llegados a Estados Unidos contaron su travesía a medios noticiosos de Miami y advirtieron a los cubanos que quedan en la Isla que no se arriesgaran en una travesía semejante.
“No se lo aconsejo a nadie porque esos viajes son peligrosos y uno no sabe lo mal que lo pasa hasta que no se tira en una embarcación de esas”, dijo a El Nuevo Herald Yohan Hernández, uno de los balseros.
“Fueron las 25 horas más malas de mi vida”, prosiguió el joven de 28 años. “A mí me han dicho: ‘no te tires porque es peligroso’, pero uno nunca sabe hasta que lo hace”
Sin embargo, el mismo Hernández agrega que “si uno quiere proponerse una vida hay que hacerlo”.
El viaje de Yohan y los 26 que arribaron con él ―21 hombres y cinco mujeres― comenzó en la localidad de Bahía Honda, en Pinar del Río. Todos los que se embarcaron eran amigos y familiares, residentes del municipio habanero de La Lisa. Su embarcación estaba armada con tuberías de aluminio y utilizaba un motor de automóvil marca Isuzu.
“Ya nosotros nos hemos tirado tres o cuatro veces, teníamos unas cuantas multas de 3 000 pesos cada uno y como gastamos dinero haciendo la lancha ya nosotros no teníamos para pagar las multas, y decidimos hacer esta última”, contó Eloy Jáuregui, otro náufrago, de 22 años.
En medio del mar, el hermano de Yohan Hernández sufrió un accidente con el motor de la balsa y se hizo un profundo corte en su pie izquierdo. Afortunadamente, su travesía duró poco más de un día hasta que llegaron a tierra la noche del viernes.
Solo que el suelo que habían tocado eran los Cayos Marquesas, a 30 millas al oeste de Cayo Hueso, un lugar desde donde intentaron hacer señales de auxilio a las avionetas que pasaban, e incluso prendieron fuego a su embarcación buscando que el humo atrajera algún curioso, pero no aparecía nadie.
“Si difícil fue la travesía, más difícil fue salir del cayo para acá. Andábamos en un lugar que no nos podían localizar (…) le gritábamos a todos, y nada”, dijo este lunes otro de los balseros, Lázaro Delgado, de 58 años. “Y encima teníamos un herido arriba de dos tablas con poliespuma”.
En lo que el herido seguía perdiendo sangre, llegó el mediodía y aún no habían logrado auxilio. Luego divisaron un barco pesquero a una milla mar adentro. “El cayo estaba lleno de tiburones, y había que nadar para buscar ayuda”, dijo Yohan Hernández, quien nadó hacia la embarcación y logró que sus tripulantes lo vieran.
Ahora su hermano se recupera en un hospital de Cayo Hueso y todos reciben la ayuda de Curch World Service, una agencia encargada de ayudar a refugiados cubanos en el sur de la Florida. Varios de ellos afirman que no correrían semejante riesgo otra vez.
No obstante, también cuentan que la gran mayoría de sus conocidos quiere irse de Cuba debido a las dificultades económicas que enfrentan. “La comida, la ropa y los zapatos es una cosa necesaria para las personas, y allá sinceramente se complica para todo”, dijo Yohan, que trabajaba como albañil.
Eloy Jáuregui, por su parte, dice que “allá tú trabajas y no ves nada, la comida vale más que cualquier cosa (…) Uno viene aquí para trabajar, para comer, para vivir un poco mejor”.
Desde octubre de 2015, unos 6 550 cubanos han intentado llegar por mar a los EE.UU., un aumento del 50% respecto a lo registrado en todo el año fiscal anterior. Las autoridades estadounidenses advierten del enorme peligro que corre cualquiera que pretenda hacerse a la mar para llegar a EE.UU. en una embarcación no preparada para ello.
Aparte de los 27 balseros que llegaron a Cayos Marquesas, otros 14 lo lograron hasta Cayo Maratón el viernes, pero estos se mantuvieron durante casi una semana en altamar.
“Se nos acabó la batería del motor y gracias a Dios vino otra embarcación. Tuvieron problemas ellos, se entregaron y nos dejaron la batería. El barco de ellos se les desbarató contra unos arrecifes [en Cayo Anguila, Bahamas] y no pudieron seguir”, relató Olga Fernández, de 23 años y única mujer del grupo de balseros. “Muchas veces perdimos la esperanza, ya estábamos sin comida, sin agua, pero en Cuba la estábamos pasando fatal”.