MIAMI, Estados Unidos. – A pesar de los esfuerzos de Miguel Díaz-Canel en la III Cumbre Unión Europea (UE) – Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) para retratar una imagen positiva de la vida bajo su régimen, los informes recientes lamentan la situación de los derechos humanos en la Isla, especialmente en lo que respecta a la libertad religiosa, lamentó este miércoles en un artículo Antonio Garrastazu, director senior para América Latina y el Caribe en el Instituto Republicano Internacional.
Garrastazu mencionó datos del Observatorio Cubano de Derechos Humanos, que tras realizar un reciente sondeo en la Isla, informó que el 68% de los encuestados habían asegurado que ellos mismo o alguien que conocen han experimentado diversos grados de acoso, represión, amenazas o obstrucción al practicar su fe.
“El 55% de los entrevistados conocen a un líder o grupo religioso cuyo trabajo ha sido prevenido o enfrentado dificultades”, indica el estudio, que también revela la extensión de la vigilancia estatal de los cubanos religiosos: el 65% de los encuestados religiosos informaron estar siendo monitoreados.
La hostilidad hacia la libertad religiosa data desde los primeros días de la dictadura comunista de Cuba, pero en los últimos años ha visto un resurgimiento, sostiene Garrastazu. Esto se debe en parte al hecho de que las instituciones religiosas son las instituciones más confiables en Cuba, y por su naturaleza, ofrecen una visión alternativa de la moralidad y el significado que se sitúa fuera de la autoridad del estado.
El régimen cubano utiliza tácticas coercitivas y aplica leyes de manera arbitraria para reprimir tanto a los líderes como a los seguidores de grupos religiosos. Informes del Instituto Patmos y la Comisión de los Estados Unidos sobre Libertad Religiosa Internacional (USCIRF) detallan cómo el Código Penal de Cuba se ha utilizado de nuevas formas para intensificar la persecución religiosa.
“Es más que hora de que la comunidad internacional tome medidas urgentes para abordar estas crecientes violaciones de los derechos humanos”, advirtió Garrastazu. En este sentido, subrayó la importancia de liderar un esfuerzo internacional para aumentar la presión diplomática sobre el régimen cubano para proteger la libertad religiosa, lo que debería incluir sanciones específicas contra los funcionarios cubanos directamente involucrados en la represión religiosa.
Además, subrayó la importancia del apoyo a las comunidades basadas en la fe que promueven activamente la libertad religiosa en Cuba, asegurando que sus voces se amplifiquen y que sus preocupaciones y experiencias no sean ignoradas. Según Garrastazu, el apoyo de Estados Unidos a estos esfuerzos continuos puede proporcionar una línea de vida a los creyentes religiosos de Cuba, duramente golpeados.