LA HABANA, Cuba. – En el municipio de Diez de Octubre hay de todo: mansiones destrozadas por el tiempo hasta, barrios construidos por la necesidad, casonas hechas cuarterías. El paisaje varía según la calle que se camine. Sin embargo, ninguna zona se salva de los desechos en las esquinas, de los baches de veinte años de antigüedad o de las fosas corriendo como ríos y de los ríos apestando a fosa. Para muchos, Diez de Octubre se ha convertido en uno de los barrios más insalubres de la ciudad.
“Ay, mija, si por aquí pasara la basura con la misma frecuencia que pasa la policía, fuéramos Miramar”, dice una vecina que no le molesta que fotografíen el lugar, “porque esta cochiná hay que resolverla de alguna manera”.
La mujer señala para la esquina Rosa Enríquez y Pedro Pernas, por donde pasó el tornado y donde la acumulación de basura se confunde con los materiales de los que no terminan sus reparaciones.
“Lo que yo tuve que armar para que la esquina de mi casa no se volviera un tiradero, fue del carajo”, dice otra señora que se detiene a participar de la conversación y que habla de la “suciedad que hay en Luyanó” y de las “malas costumbres” de la gente.
Esa es la situación de casi todo Luyanó, pero en la calle Rabí, en Santo Suarez, los latones están en cada esquina y la basura, los escombros y las ramas pudriéndose se acumulan alrededor de los vagones vacíos.
“Es que el carro que pasa casi todos los días, no recoge lo que está afuera y el que supuestamente debe pasar por los escombros casi nunca pasa”, explica un vecino en la esquina de Enamorado.
Puede que parte de la responsabilidad la tengan los vecinos, pero, ¿quién se responsabiliza con las cinco fosas desbordadas que se pueden encontrar a siete cuadras de allí, entre la calle Coco, bajando por Rabí hasta Enamorados?
Otro problema sin solución son los aliviaderos de aguas albañales que afectan a todos los que viven cerca del río Luyanó o de sus afluentes.
Bajo la calle Dureje, en Santo Suárez, pasa un río. Ni sus vecinos saben el nombre, pero la crecida cada vez que llueve les recuerda que existe: la calle se llena de fango, la basura se esparce y quien no haya construido un muro de al menos un metro en la entrada de su casa, termina nadando.
“Hemos ido a todos los lugares habidos y por haber y siempre nos dicen que esto ha sido así toda la vida. ¿Tú crees que los capitalistas iban a construir las casonas que hay por aquí sabiendo que eso pasaría?”, dice una vecina que dice llamarse Odalys.
“No hay respuestas pero las cosas que pasan. A veces lo único que hacen es agravar nuestra historia de inundaciones”, agrega.
En junio denunciaron que un camión cisterna estaba vertiendo aguas negras por el alcantarillado de la misma esquina de Dureje y Zapote.
El camión no tenía logo, pero cuando se enfrentaron al pipero, “dijo que pertenecía a CUPET”, cuenta Odalys. Sin embargo, en las oficinas municipales de esa empresa aseguran que no.
“Nuestros camiones cisternas tienen una franja verde y dicen CUPET, bien grande, pero, además, nosotros no tenemos nada que botar”, aseguran a CubaNet.
Según el jefe de puesto de mando de Saneamiento Básico de La Habana, el vehículo tampoco pertenece a ellos. Sus camiones “son blancos y azules y tienen una imagen parecida al ying yang a un costado”. El funcionario asegura, además, que la matrícula del camión que aparece en la imagen que tomaron los vecinos está en desuso.
El misterio del camión que vertió aguas negras en el río que atraviesa la calle Dureje no ha sido resuelto, y Granma y la directora de Gestión Ambiental del grupo de trabajo Estatal-Bahía de La Habana, desde diciembre del 2018, aseguraron que la principal fuente de contaminación de los pluviales del municipio Diez de Octubre son “los residuales domésticos”, porque “están conectados a los ríos y al alcantarillado de la capital y, además, existe un nivel bastante elevado de pobladores que se ha conectado de manera ilegal a los drenajes pluviales”.
“¿Sabes cómo se hace un desagüe aquí?”, dice uno de los mecánicos que trabaja en la ribera del río Pastrana, que atraviesa la calzada de Luyanó. El hombre explica cómo las llantas de camión hacen de aliviadero de las aguas negras.
Ese mismo vecino dice que lleva toda una vida viviendo en el lugar y que no siempre la responsabilidad de “la peste” fue de ellos. “Hubo un tiempo que por aquí pasaban las aguas del matadero de Lawton, y cuando se inundaba la cosa era peor que peor”.
Una mujer de al menos 70 años se alegra que hayan tapiado el curso del río, pero está segura de que no fue por ellos, sino por “las tiendas de Concha y Luyanó, las maderas de Pérez y hermano, carpintería que cuando se inundaba toda la gente de Armentero -que es como se llama esa calle que no aparece ni en el mapa- recogían las maderas para reconstruir sus casas.
Estos son algunos puntos críticos de la situación de higiene de Diez de Octubre, pero si atraviesa el parque Fábrica, baja por la calle Herrera, atraviesa Luyanó por Reyes o por Remedios, calles altas y lejanas al río Luyanó o al Pastrana, se puede encontrar la misma suciedad.
“No es una historia de hace unos añitos para acá”, denuncia Kenya desde lo que quedó de su casa, ubicada detrás del materno Hijas de Galicia.
“¿Por qué crees que no les importó que el tornado nos atravesara? (…) desde hace mucho somos un municipio olvidado porque aquí vivimos muchos negros y muchos pobres”.
Recibe la información de Cubanet en tu teléfono a través de Telegram o WhatsApp. Envíanos un mensaje con la palabra “CUBA” al teléfono +1 (786) 498 0236 y suscríbete a nuestro Boletín dando click aquí.