MIAMI, Estados Unidos. — El deterioro de las instalaciones deportivas en Cuba es uno de los principales problemas que enfrenta el alto rendimiento en la Isla caribeña. Un caso ilustrativo del fenómeno es el lamentable estado en que se encuentra la piscina olímpica Waldimiro Arcos Riera, en el municipio holguinero de Gibara.
De acuerdo con el diario provincial Ahora, la piscina, inaugurada en 1979, fue destruida en 2008 por el huracán Ike. Tras el paso del meteoro, y gracias al apoyo de UNICEF y Naciones Unidas, fue reparada con materiales y características especiales, para que pudiera utilizarse con agua salada, bombeada directamente desde el mar.
En 2017, el poderoso huracán Irma convirtió la piscina olímpica en un macrovertedero, una situación que persiste desde entonces y que afecta a los residentes del territorio.
La situación de la piscina impide, además, la formación de atletas, la rehabilitación de personas con discapacidad y otros padecimientos, así como la recreación y la enseñanza de la natación a los niños.
“Muchos fueron los logros de los atletas gibareños, por eso decimos que la piscina se la ganó y la construyó el pueblo con sus propias manos”, declaró al medio oficialista Eduardo Rojas Sarmiento, quien llegó a ser campeón panamericano juvenil y subcampeón mundial juvenil.
En igual o peor estado que la de Gibara se encuentran otras piscinas en el país, afectando el desarrollo de la natación y provocando la pérdida de la masividad.
Para Ahora, “resulta preocupante presenciar cómo se desaprovechan las potencialidades de lo que un día puso en el mapa deportivo a la Villa Blanca”.
Andrés Ricardo Rivas, presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular en Gibara, dijo al rotativo que, en la actualidad, la piscina olímpica Waldimiro Arcos Riera se encuentra en manos de Emprestur, empresa estatal que, en lo adelante, quedará a cargo de su rehabilitación.
