LA HABANA, Cuba. – Cada verano los cubanos se lamentan de sentir más calor que el anterior. Este no es la excepción, y con razón, pues son varios los récords históricos de temperaturas máximas establecidos en diferentes puntos de la geografía nacional. Peor aún, la sensación térmica es muy superior a la que habitualmente provoca el húmedo clima de la Isla.
En la capital, la percepción de calor es extrema. El tema es la muletilla de moda que abre o cierra las conversaciones informales que tienen lugar en las calles, aunque pocos son los que aciertan sobre el origen de ese sopor.
Un equipo de CubaNet recorrió la ciudad en busca de opiniones, y pudo constatar que la versión más expandida es la de una ola de calor que habría llegado al país en junio, cuando 34 grados Celsius comenzaron a dar sensación de asfixia.
“La Habana parece Santiago de Cuba, se sienten los mismos 38 grados Celsius que hacen allá. Es una ola de calor, si no pasa pronto nos derretimos”, comentaba un entrevistado. Sin embargo, el clima tropical de Cuba, estacionalmente húmedo, con influencia marítima, impide la ocurrencia de este tipo de eventos meteorológicos.
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En realidad, el incremento de la temperatura durante junio se debió al surgimiento de un fenómeno conocido como domo de calor, que no es más que una masa de aire caliente que puede durar días o semanas atrapada entre la atmósfera y la tierra, mientras es bloqueada por un sistema anticiclónico.
Los domos o cúpulas, como también se les conoce, son más peligrosos que las olas de calor. Suelen generar sofocamiento, calambres, mareos, aturdimiento, deshidratación e, incluso, desmayos. En la práctica sería como vivir en una burbuja de vapor de agua caliente, o dentro de una olla de presión en pleno proceso de cocción.
“Es un calor que no es normal, olvídate de llevar sombrilla, abanico o agua en un pomo. No hay defensa, el sudor te corre a chorros y siempre estás agitado, sientes como que te vas del mundo”, describió Yoel Sierra Noa ante las cámaras de CubaNet.
Contradictoriamente, a pesar de las implicaciones para la salud de personas y animales, el Gobierno cubano no emitió alertas ni medidas de seguridad a tener en cuenta por la presencia del domo de calor. “Salías sin estar preparado y en esta ciudad el líquido más barato que puedes comprar es un granizado, que vale 50 pesos”, dijo el hombre.
Meteorólogo niega la ocurrencia de una ola de calor en Cuba en las condiciones actuales
En julio, no obstante, se anunció con antelación el tránsito por la Isla de una nube de polvo proveniente del Sahara que sostendría las condiciones de calor extremo, y cuya composición de partículas resultaba dañina en especial para personas con problemas respiratorios y alergias. Entonces se hizo hincapié en los mecanismos de protección que se debían adoptar.
Aun así, muchas de las personas consultadas por CubaNet no habían escuchado de la llegada de la masa de polvo y sus efectos. Al nombrar la zona geográfica de donde proviene, más de uno confundió la capa de aire seco que se forma sobre el desierto y se mueve por la parte media de la atmósfera hacia el océano Atlántico, llegando hasta el Caribe, con las tormentas de arenas típicas de zonas desérticas.
“Más bien pasa en África, pero en Cuba no. Todo eso es un cuento de la gente, que se la pasa inventando”, aseguraba Yordanis Cubillas Ruíz, en La Habana Vieja. Los vientos alisios son los responsables de la formación y traslación hacia el oeste, en su movimiento natural, de las nubes de polvo del Sahara.
![Quedarse a la sombra, esa es la única manera de resistir el intenso sol](https://cubanet.1eye.us/wp-content/uploads/2023/07/image-31-2.jpg)
“Se dice que trajo bacterias, que hay que cubrirse las vías respiratorias. Pero, ¿con este calor quién puede andar por la calle con un nasobuco en la cara?”, se preguntó Carlos González Santana. “Lo mejor es quedarse en la casa; el calor es tan abrasador que el que no tenga aire acondicionado o split está embarcado, los ventiladores no resuelven”.
Por su parte, Héctor Santiago Rielo señaló que en la ciudad no existen suficientes baños públicos o lugares donde las personas se puedan hidratar sin tener que pagar, como promedio, “100 pesos por un pomo que no lleva más de vaso y medio de agua”.
“Los he visto sofocados, como perros con rabia, porque no tienen dinero para comprar agua y mucho menos una lata de refresco. Y lo más jodido es que se dice que ya la nube de polvo del Sahara se fue, y el calor sigue; esto no hay quien lo resista”, lamentó el hombre.