LA HABANA, Cuba. – Siempre ha sido notable la escasez de recursos para confeccionar estudios de música caseros en Cuba. En la provincia de Mayabeque, los entusiastas que comienzan en esa “industria” apelan al uso de métodos pocos convencionales a la hora de armar un espacio para componer: por lo general utilizan cartones de huevos para sustituir paneles acústicos, o bocinas reparadas y equipos de música para reemplazar los monitores de estudio profesionales.
Otro de los problemas para “permanecer legal” en el mercado es si el contenido del material artístico es molesto o no para el régimen cubano. En ese sentido, es prácticamente obligatorio estar a tono con la propaganda oficialista en cuanto a producción de música urbana, o al menos no ir en contra de la corriente para no ser marginado.
Un joven productor musical mayabequense que se identificó como Karen dijo a CubaNet que ha recibido encargos para hacer música con contenido político, pero que ha declinado por miedo a la censura y a la persecución de las autoridades.
“Hace poco me ofrecieron hacer un trabajo, pero me negué porque la letra de la canción estaba relacionada con la política. Me he arriesgado otras veces, pero ahora tengo miedo de que decomisen el estudio con todos los equipos y me cancelen mis producciones”.
Karen explicó que la mayoría de los artistas independientes “se promocionan en el paquete semanal” y recordó que este “está controlado por la Seguridad del Estado”.
“Si te involucras en proyectos que critiquen al sistema no vas a tener la oportunidad de promocionarte. Los mismos paqueteros te lo prohíben porque no quieren perjudicar su negocio”, comentó el joven.
El paquete semanal es un compendio audiovisual que se reparte por toda Cuba a espaldas del gobierno por medio de memorias USB y discos externos. En su contenido se puede encontrar promoción de todo tipo y “copias no autorizadas” de softwares informáticos, o sea, programas que no cuentan con licencia oficial para su uso.
La tecnología de software necesaria para trabajar como productor es costosa. En Cuba esto no es un problema, pues los jóvenes se sirven de programas piratas disponibles en el propio paquete semanal.
FL Studio, conocido popularmente como “El Fruti” dentro de la comunidad de productores, probablemente sea el programa más usado en Cuba, incluso por profesionales, debido a su interfaz fácil de trabajar y su disponibilidad en Internet.
Logic pro es otro software que cumple la misma función, pero está diseñado para usuarios que prefieren trabajar en dispositivos de Apple.
A diferencia de los dos anteriores, el Cubace se utiliza para la grabación de voces y masterización, según nos confirmaron varios productores musicales entrevistados para este trabajo.
“El Chino”, otro joven productor de música por cuenta propia, nos contó acerca de los “paquetes de sonidos” necesarios para producir música.
“Se estila mucho guardar secretos de producción entre los estudios que tienen mayores posibilidades, algunos de ellos cuentan con bancos de sonidos exclusivos que no comparten con nadie”.
“Al no contar con una conexión lo suficientemente rápida, debo ir a lugares que descargan archivos pesados y pagar unos 50 CUP por gigabyte, los que se dedican a esto por lo general son informáticos que trabajan en empresas estatales que cuentan con buen ancho de banda”, añadió el productor.
Cuando le preguntamos por qué no obtenía los programas usando su propia conexión a Internet, “El Chino” alegó que no pagaba planes de Internet ni se apoyaba en el servicio de Nauta Hogar para descargar estos archivos.
El Estado no oferta los dispositivos básicos (controladora de sonido, micrófono, computadora, speakers) necesarios para comenzar a producir música por cuenta propia. Por tal razón, es inevitable acudir al mercado informal, donde un micrófono de gama media (de uso) puede llegar a costar 300 dólares (USD).
En febrero del año pasado, el régimen incluyó los estudios caseros de grabación entre los 124 trabajos prohibidos para el sector privado en Cuba, lo que trajo consigo una ola de críticas por parte de cantantes y productores. Después de protestas en las redes sociales el viceministro de Cultura del régimen, Fernando Rojas, dio marcha atrás a la medida.
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