LA HABANA, Cuba. – “Hay mucha discriminación; incluso hasta las autoridades demuestran que vivimos en una sociedad machista que odia la homosexualidad”, denuncia Vanessa Aballes Cruz, una joven trans cubana que se prostituye en las calles de La Habana para conseguir ingresos y hacer realidad su sueño: salir de la Isla.
La joven tiene 20 años de edad y hace alrededor de 12 meses emigró a la capital desde Majibacoa, en la provincia de Las Tunas.
“Vine a buscar vida, a intentar cambiar mi vida, a luchar para irme de Cuba y darme un mejor futuro. Aquí [en La Habana] terminé el preuniversitario con 98 de promedio general, pero lo dejé porque aquí [en Cuba] la escuela no da nada; aquí no hay futuro. El maestro, el médico, en fin, cualquier profesional… todos quieren irse del país porque aquí no tienen vida”, lamentó.
Vanessa contó a CubaNet que a inicios de junio fue asaltada en las cercanías de la heladería Coppelia, en El Vedado. “Me dieron una entrá de golpes que perdí hasta el conocimiento y me robaron 15.000 pesos que era lo que traía en la cartera”, dijo.
“Fui a la Estación de la Policía de Zapata y C para hacer la denuncia. Dije todo lo que me había sucedido y fue por gusto. En este país no hay derechos”, se quejó en entrevista con CubaNet.
La joven detalló que la Policía “lo único que hizo” fue cuestionarle su presencia en esa zona en el horario de la noche.
“Hay discriminación en todos lados. Ellos [las autoridades] lo pintan todo colorido cuando en realidad no es así por el rechazo, el maltrato al que me enfrento en la calle, de la gente, de la Policía”.
“Y por eso quiero irme, porque aquí no hay futuro para las personas trans; y yo quiero verme bonita, operarme, luchar por mis sueños. Pero, ¿qué voy a poder aquí, qué voy a construir aquí?”, se preguntó.
En las dos primeras décadas de la naciente Revolución Cubana, el régimen mantuvo una constante persecución contra las personas LGBTIQ+, a las que, incluso, llegó a confinar en campos de trabajo forzado llamados Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP) para su supuesta “rehabilitación”.
Así, por décadas, las personas con identidad de género y orientación sexual disidentes fueron duramente reprimidas en la Isla. No obstante, desde la primera década de este siglo, el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), bajo el mando de Mariela Castro Espín, ha promovido cambios en materia de derechos en favor de la comunidad LGTBIQ+.
Y, en 2022, aunque fue sometido a referéndum popular a diferencia de otras leyes, el Parlamento cubano aprobó un nuevo Código de las Familias que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo/género y la adopción homoparental.
Vanessa, sin embargo, se queja de que el CENESEX es otra de las instituciones cubanas que no cumple con su finalidad. “¿Para qué voy a ir allí a plantear lo que me pasó y a pedir su apoyo si sé que no me lo van a dar?”, responde a CubaNet.
“Lo otro es que, como me prostituyo, antes de defenderme lo primero que van hacer es cuestionarme mis razones”, también consideró.
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