LA HABANA, Cuba. – El Gobierno no ha anunciado entregas de emergencia de alimentos, ropa, calzado ni medicamentos en La Habana, luego de las recientes inundaciones. Tampoco se ha informado sobre la situación de los miles de personas desplazadas por el deterioro y derrumbe de sus viviendas.
Las autoridades deberían reconocer la inexistencia de capacidad económica y las eventuales dificultades para recibir los grandes donativos necesarios, probablemente por las constantes solicitudes a los “dignatarios amigos” y a organizaciones internacionales. Tras desastres anteriores, aviones del Gobierno de Venezuela han llegado a la Isla cargados de vituallas, pero la situación previa a las elecciones allí parece impedir ahora este tipo de acciones.
Mientras los torrenciales aguaceros caían sobre La Habana, el gobernante cubano, Miguel Díaz-Canel, paseaba por localidades de Matanzas y el primer ministro, Manuel Marrero Cruz, vociferaba en Cienfuegos por el retroceso de la otrora ejemplar provincia. No los había sorprendido el mal tiempo, que fue anunciado con antelación por el Instituto de Meteorología. Tampoco aparecieron los demás directivos del PCC y el Gobierno, con excepción del canciller Bruno Rodríguez, que se vio en el incendio del edificio de Malecón y G, frente al Ministerio de Relaciones Exteriores.
En la capital de todos los cubanos no se vendieron las pequeñas cuotas de alimentos por la libreta de racionamiento pospuestas durante meses, y los míseros salarios y pensiones no permitían adquirir vituallas para seguir sobreviviendo a las penurias cotidianas.
Por su parte, el primer secretario del PCC pidió precaución a los habitantes de la capital en un comunicado aparecido en el periódico Tribuna de La Habana, de escasa circulación. Los sucesos se conocieron, sobre todo, por las fotos y narraciones de internautas en las redes sociales, publicadas por los medios oficiales, cuyos periodistas estaban atentos al Segundo Pleno del Comité Nacional de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) para cambiar los modelos de gestión de la prensa.
Ese sábado, los aguaceros devastaron varios municipios de La Habana; mientras los pobladores casi no recibieron ayuda de las autoridades ni fueron evacuados. Las tanquetas anfibias y otros medios militares y represivos no se expusieron ampliamente, pero seguramente permanecieron al acecho de eventuales protestas.
Domingo y lunes transcurrieron sin que las autoridades emitieran un plan de emergencia. No hubo mensajes de Díaz-Canel en X, y la principal noticia fue la convocatoria al Pleno del Comité Central del Partido Comunista (PCC), que estará dedicado a la producción sostenible de alimentos y al enfrentamiento a la corrupción, el delito, las ilegalidades y las indisciplinas sociales. Esa sería una buena ocasión para anunciar la apertura económica, pero posiblemente solo se adoptarán medidas en previsión del aniversario de las protestas de julio de 2021.
Las autoridades ratifican el menosprecio por los cubanos con su abandono a los residentes en los barrios carcomidos, que solo visitan cuando la propaganda les apremia.
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