LA HABANA, Cuba. – Una de las informaciones que más ocultan los gobernantes cubanos es la referida a los gastos del presupuesto de la nación. Es que conociendo a qué dedica su dinero el equipo gobernante de un país, estamos en condiciones de evaluar las características políticas, económicas y sociales de cada nación. Y en el caso de Cuba, tal ocultamiento esconde las interioridades de un régimen que a nadie rinde cuentas de su labor.
Durante la última sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el ministro de Finanzas y Precios, Vladimir Regueiro, informó acerca de la liquidación del presupuesto de la nación correspondiente al 2022. El funcionario mencionó algunas de las partidas del gasto presupuestario, pero nada dijo sobre el destino de poco menos de la tercera parte del dinero que el Gobierno erogó en ese lapso.
El señor Regueiro dio a conocer que el 26% del gasto presupuestario correspondió al sector de la Salud; el 23% se le dedicó a Educación; la Cultura recibió el 3,2%; el Deporte se llevó el 1,8%; a la Asistencia Social correspondió el 2,6%; mientras que el 16% de dichos gastos se transfirieron para subsidiar a empresas estatales.
Es decir, que el ministro mencionó el destino del 72,6% de los gastos del presupuesto. Sin embargo, acerca del restante 27,4%, que conformaría la mayor partida de gasto del presupuesto, nada se habló.
Si tenemos en cuenta las peculiaridades del régimen cubano, no sería muy difícil imaginar cuál es el destino de buena parte de ese 27,4%.
Con unas fuerzas armadas sobredimensionadas, que incluyen numerosas escuelas y academias de formación de oficiales, y un grandioso aparato para la vigilancia interna, representado por el omnipresente Ministerio del Interior, es lógico que pensemos en dos instituciones que absorban una considerable tajada del presupuesto de la nación.
Por otra parte, el mantenimiento de un engranaje burocrático-represivo, compuesto por organizaciones parasitarias apéndices del Partido Comunista (CDR, FMC, ANAP, CTC, UJC, Asociación de Combatientes…), con estructuras verticales desde la base hasta las instancias nacionales, también demanda una porción nada despreciable del dinero de la nación.
Por supuesto que el castrismo está muy interesado en que no salgan a la opinión pública las cifras que destinan a la existencia de su aparato burocrático-militar. Ellos, que siempre están a la expectativa para criticar el monto de los gastos militares de otros países ―claro, no los de China ni Rusia―, desean ocultar el innegable perfil militarista de su régimen.
Con respecto a los ingresos del presupuesto, trascendió que no alcanzan para garantizar el adecuado funcionamiento de la actividad económica de la nación. No se lograron ingresar las cifras previstas por concepto de impuesto sobre las ventas, tampoco sobre los ingresos personales, ni por la utilización de la fuerza de trabajo. Además, hubo indisciplinas, morosidad y subdeclaración de ingresos por parte del sector no estatal. Se dijo que, al cierre del año, la deuda que los diversos actores económicos tienen con el presupuesto estatal asciende a 1.600 millones de pesos.
Como generalmente sucede en estos casos, el ministro de Finanzas y Precios aprovechó la ocasión para lanzar una advertencia sobre el sector no estatal, al que achacan los mayores incumplimientos que redundan en menos ingresos al presupuesto. En ese sentido apuntó que “sobre el sector no estatal no se ha articulado con la efectividad requerida el sistema de control fiscal”.
Una vez más, cuídense, cooperativistas, trabajadores por cuenta propia e integrantes de las mipymes.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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