LA HABANA, Cuba. – El gobernante cubano, Miguel Díaz-Canel, enarbola como éxito de su participación en la III Cumbre Unión Europea (UE)-Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la inclusión en la declaración final del encuentro birregional de un párrafo de rechazo al embargo de Estados Unidos contra el régimen de La Habana y a la permanencia de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo. Pero el papel principal de Díaz-Canel fue hacer lobby en favor de Rusia para aliviar la condena contra Moscú por su agresión a Ucrania.
En realidad, el gobernante cubano, como emisario de Vladímir Putin, logró al menos parcialmente los dos grandes objetivos que llevó al cónclave: evitar llamar por su nombre a las cosas (name calling) y condenar sin tibieza a Rusia por la invasión a Ucrania. Digo “parcialmente” porque después de intenso cabildeo personal y de toda la delegación cubana,Díaz-Canel tuvo que suscribir un documento que, en su párrafo 15, expresa la “profunda preocupación por la guerra en curso contra Ucrania” y “la necesidad de respetar la soberanía, la independencia política y la integridad territorial de todas las naciones”.
En el Consejo de Seguridad y la Asamblea General de ONU y otros foros, el Gobierno cubano no ha votado en contra de Rusia, sino que se ha abstenido en la adopción de resoluciones condenatorias. En esta ocasión, únicamente Nicaragua no se adhirió al documento alcanzado por el consenso de todos los participantes.
A Putin, el Gobierno cubano habrá argumentado que pudo impedir la asistencia de Volodímir Zelenski, y que, mediante arduo cabildeo, pudo rebajar la fuerte condena prevista por los organizadores de la Cumbre. El ruso no pondrá en peligro la plaza lograda en Cuba para irradiar su presencia en América Latina, el Caribe y más allá, de manera que tendrá que conformarse.
Por otro lado, el gobernante cubano no logró la acogida de los principales dignatarios de unos 60 países asistentes. A excepción de los encuentros con el canciller federal de Alemania, Olaf Scholz, y el alto comisionado de Derechos Humanos de la ONU, Volker Turk, solo se mostraron en la televisión las reuniones con los gobernantes u otras autoridades afines de Bolivia, Colombia, Honduras, Venezuela y México.
Tampoco parece que se efectuaron significativos encuentros con los empresarios integrantes de las respectivas delegaciones, a pesar de las auspiciosas propuestas de inversiones en Cuba. Seguramente, las autoridades cubanas procurarán beneficiarse de “las nuevas oportunidades” que brindará la agenda de inversiones de la Global Gateway UEALC, con un fondo de 45.000 millones de euros.
Asimismo, puede preverse que el Gobierno de la Isla conferirá prioridad al “compromiso de impulsar la asociación birregional sobre fabricación local de vacunas, medicamentos y otras tecnologías sanitarias y reforzar la resiliencia de los sistemas sanitarios para mejorar la prevención, preparación y respuesta a emergencias de salud pública, en apoyo del plan de autosuficiencia sanitaria de la CELAC”, según consta en el artículo 30 de la declaración final de la Cumbre.
Pero el sistema nacional requiere financiamiento urgente, pues se deteriora sin pausa. Si no se modifica la Ley de Inversión Extranjera ni se resuelve la falta de garantías para los capitales resultará muy poco atractivo arriesgarse en Cuba. Y, así, la misma debacle y las mismas trabas alcanzan todas las áreas del país.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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