LA HABANA, Cuba. – Se me ha partido un diente, se me ha partido un diente, y esa queja, esa construcción quejosa y tan acompañada de angustias, me hace recordar a Carilda Oliver Labra, a la poeta que se queja por la pérdida de un hombre. “Se me ha perdido un hombre”, escribe Carilda en su poema, y asegura también que lo busca en el cielo y en la tierra.
Y yo también busco entre cielo y tierra, como Carilda al hombre, al diente que perdí hace dos días. Se me ha perdido un diente, se me ha partido y, como Carilda busco, y lo sueño, y hasta lo lloro con la certeza de que me resultara muy difícil comer, incluso el polvo acostumbrado. Se me ha partido un diente, se me ha perdido, sin remedio, y al parecer para siempre.
Carilda dice en su poema que se ha quedado temblando, que no come sino polvo, como quien ya extravió la sombra. Y yo le digo a Carilda, una y otra vez, que se me ha partido un diente y que al parecer no podré recuperarlo, que ni siquiera podré dedicarle un verso a ese diente que perdí, y mucho menos a mí sombra desdentada.
Yo no podré comerme el polvo que me toca, y si lo intento, lo más probable es que se quede impregnado en la humedad que se hace grande en ese espacio vacío que dejó el diente, en ese espacio que antes ocupó el diente para que yo tuviera una risa amplia y orgullosa. Y ahora ese hueco es carne resentida por la ausencia, por el despojo y la desprotección de saber que no conseguiré restaurarlo por ahora, y quizá tampoco en mucho tiempo.
Yo perdí un diente que fue lindo y parejito, que se mostraba orgulloso en medio de sonrisas, incluso en carcajadas. ¿Y qué haré yo en lo adelante? ¿Qué haré? ¿Cerrar la boca? ¿Acaso apretar los labios para que no pueda verse el hueco? ¿Hablar solo en susurros y con la boca entreabierta? ¿Haré acaso esa especie de mueca que se consigue cuando caen las comisuras de los labios y no se dejan ver los dientes? ¿Seré una imagen de la tristeza desdentada?
¿Qué haré con mis sonrisas de antes? ¿Qué haré con mis angustias? ¿Qué haré con esta boca resentida por la pérdida? ¿Qué haré con la amargura de una sonrisa desdentada? ¿Qué haré si no encuentro a quien buenamente restaure mi carcajada? ¿Qué haré sin ese diente que me niega la sonrisa? ¿Qué haré si ya estuve haciendo y no resolví nada? ¿Cómo me quito esa tristeza? ¿Cómo me quito esa mueca que siempre acompaña al desdentado?
Y ya me acerqué a la Escuela de Odontología, pero está cerrada hasta septiembre, y entonces miré, y tristemente, toda la avenida Carlos III, esa que se levantara en honor a un rey de España, pero reaccioné como el otro Carlos III, como el de Gran Bretaña; reaccioné de manera idéntica al monarca inglés cuando mostró con rabia sus dientes, en su primer día de reinado, en ese instante en el que descubrió que no tenía tinta su tintero, y aun así debía tenía firmar algunos documentos…, pero en esa mueca furiosa se pudieron ver los dientes impecables del monarca. Yo soy un cubano simple y no podré conseguir lo mismo, y cerraré la boca todo cuanto pueda, y apretaré los dientes que quedan.
¿Y cómo me quito ahora esta tristeza? ¿Cómo podré despojarme de esta tristeza si fracasan todos los empeños de restaurar mi sonrisa? No sé cuánto debo pagar para recuperar esa sonrisa, incluso la tristeza en la que se dejan ver los dientes. Y lo peor es que ya un par de dentistas dijeron redondamente que no después de las intervenciones de algunos conocidos. ¿Es de confianza? Así preguntaron siempre, y luego llegó la “negativa odontológica” cuando supieron que yo era un periodista independiente, que publicaba en CubaNet.
¿Me acostumbraré a esa pérdida? ¿Seré un desdentado más? ¿Seguiré perdiendo las piezas de mi boca? ¿Me veré obligado a comer papillas? ¿Tendré que batir mis alimentos? ¿Se escaparán acaso por las comisuras de mi boca esos restos de alimento? ¿Habrá electricidad para poner a funcionar la batidora? ¿Qué haré? ¿Qué puedo hacer? ¿Qué haré con mis sonrisas cuando no pueda masticar ni siquiera una comida minimalista? Se me ha partido un diente, y no sé qué vendrá después. Me voy partiendo poco a poco.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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