LA HABANA, Cuba.- El 28 de marzo de 1999 salió al aire Futurama, una serie de televisión para adultos creada por Matt Groening, autor también de Los Simpson. La trama gira entorno al personaje de Fry, repartidor de pizzas que, en la noche del 31 de diciembre de 1999, tropieza por accidente y cae en una cápsula de criogenia, para despertar mil años más tarde en una versión “evolucionada” del planeta Tierra, tras haber sobrevivido varios ataques alienígenas y sucesivas reconstrucciones.
La tesis de un futuro funcional sobre la base de las tecnologías más inconcebibles y la multiculturalidad, en el cual los humanos conviven con robots y criaturas de todo tipo, hace de Futurama un producto atractivo donde predominan las situaciones cómicas y los conflictos de siempre, que demuestran que el ser humano conservará su esencia a pesar de los cataclismos.
En el nuevo universo que Fry encuentra difícil de asimilar —al principio—, inventos como la cabina de suicidio y el radar gay son una realidad. También lo son la soledad, el pesimismo, la depresión, el calentamiento global, la extinción de las especies, el burocratismo o la corrupción, pero trabajados desde una perspectiva mordaz y satírica, que mantienen al espectador entre la curiosidad y la carcajada.
En Cuba, Futurama ha sido parte del consumo cultural de una minoría que sobrevivió a la estética Disney. Por lo general, quienes gustan de Los Simpson siguen las peripecias de Fry junto a la capitana Turanga Leela y Bender, el robot delincuente; todos empleados de la empresa Planet Express.
Presumiblemente, los cubanos que han visto la serie tuvieron acceso a ella gracias al tráfico en memorias flash desde Estados Unidos, en los primeros bancos de audiovisuales y también en el servidor de la Facultad de Matemática-Cibernética de la Universidad de La Habana, donde los propios estudiantes y profesores dejaban nuevos capítulos para el disfrute de los interesados.
La televisión cubana no ha transmitido un solo capítulo de la serie, pero tampoco puede decirse que Futurama fuese vista en condiciones de clandestinidad; solo se conseguía por canales informales. Tal vez no ha sido popular en Cuba porque no encaja con la apreciación estética de la mayoría, acostumbrada a la representación gráfica de criaturas casi perfectas —bien definidas en sus roles de héroes o villanos—, que podría encontrar poco interesante la trama de un futuro hipotético plagado de “bichos feos” con dilemas morales.
Algo que también ha desmotivado a algunos cubanos con respecto a Futurama es creer que se trata de una serie de ciencia ficción. En realidad, se trata de una comedia situacional, ambientada en un mundo futuro. Tiene más que ver con cuestiones humanas que con Star Trek y, una vez que se le da la oportunidad, el placer de los primeros capítulos se convierte en una maratón de 140 episodios narrados con dinamismo e ingenio, apelando siempre al intelecto del espectador.