SANTIAGO DE CUBA. – Wilsander Romero Bermúdez, de 50 años y natural de Holguín, está siendo víctima tanto de la decadencia del sistema de salud cubano, como de la desidia de la mayoría de los doctores que le han atendido a lo largo de tres años.
El 14 de mayo de 2020, el hombre llegó al Hospital General Universitario “Vladimir Ilich Lenin” de su provincia, con una apendicitis perforada que pronto se convirtió en una peritonitis y tuvo que ser operado de urgencia.
Seis días más tarde requirió otra intervención debido a una complicación conocida como seudoobstrucción, que es muy común luego de una cirugía abdominal o pélvica.
Tras la nueva cirugía que hubo que efectuarle, los médicos lo dejaron con el abdomen abierto para hacerle curas en el interior (procedimiento que se conoce como ileostomía y que regularmente es temporal). Aun así, le dieron de alta el 5 de junio.
A los pocos días comenzó a ponerse mal, “estaba decaído, con dolor de cabeza, fiebre alta y le salía pus de la cicatriz”. “Al parecer la herida le había cerrado en falso porque tenía tremenda infección”, dijo su hermana, Nurgia Romero Bermúdez, a este medio.
Hubo que trasladarlo otra vez al hospital y allí fue recibido por otros médicos, quienes lo pasaron a la Sala de Cirugía. El día 8 fue operado nuevamente y su situación se volvió tan crítica que fue directo a la Sala de Terapia Intensiva. “Los médicos siempre me dijeron que si criterio era reservado y que me fuera preparando”, contó Nurgia.
“También me informaron que, según el procedimiento, a los cinco días después de estar intubado, un paciente requería una traqueostomía y yo la autoricé de inmediato. Me dijeron que se la quitarían antes de darlo de alta”, relató.
En esa ocasión, Wilsander permaneció 14 días en la Sala de Terapia Intensiva y, cuando parecía más estable, el 5 de julio, convulsionó hasta el punto de necesitar reanimación. Luego de este episodio y todavía en estado de gravedad, los médicos decidieron trasladarlo a la Sala de Cirugía, donde no tenía los cuidados necesarios.
“Yo me revolqué, llamé al Partido Provincial. De hecho, nos visitaron y fue que accedieron a cambiar a mi hermano de sala, pero no había camas en Terapia Intensiva, así que lo pasaron para Terapia Intermedia”.
El paciente fue dado de alta en agosto de ese mismo año, con la traqueostomía que debía habérsele retirado antes y la ileostomía que también era, supuestamente, momentánea. Ya han pasado tres años y la lucha de Wilsander para que le retiren ambos procedimientos ha sido incansable pero en vano.
“Todo ha sido un peloteo terrible con mi hermano: lo remiten del Clínico para el Lenin y del Lenin para el Clínico, lo han visto médicos que no se quieren hacer cargo de atenderlo, y ni él ni yo aguantamos más sufrimiento”, lamenta Nurgia.
Hace pocos días, CubaNet conversó brevemente con Wilsander, quien confesó estar desesperado por su situación al tiempo que pidió la colaboración de algún cirujano que acceda a operarlo cuanto antes.
“Hace tres años que me están peloteando. Más de una vez se me han vencido los análisis y el chequeo pre-anestésico. Inclusive he ido al hospital con todo listo para operarme y me viran para atrás, por cualquier excusa. Estoy desesperado, el dolor no me deja dormir, toda la zona de la ileostomía está quemada y por eso las bolsas se me despegan. Mis hermanos, los pobres, no dan más. Yo soy un hombre joven, que quiere trabajar, me han incapacitado a la fuerza”, denunció.
Antes de enfermar, Wilsander trabajaba como custodio en el Policlínico de la localidad de San Germán, municipio Urbano Noris, donde residen él y su familia. Debido a su padecimiento, la comisión médica decidió jubilarlo y, desde entonces, solo percibe 1.500 pesos mensuales.
Entretanto, no recibe ayuda social, ni dieta alimenticia; ni siquiera las bolsas recolectoras que requiere por la ileostomía y que en Cuba, debido a la escasez, suelen ser las mismas que se usan en casos de colostomía. Wilsander debería usar una diaria, pero en tres años solo ha recibido 10 por la farmacia. Además, pierde potasio por la herida de la ileostomía y necesita constantes sueros, que, al igual que las bolsas, ha tenido que comprarlos a sobreprecio en el mercado informal.
En medio de su desesperación, la familia ha optado por hacer publicaciones en Facebook para denunciar la ola de negligencias en el caso y para tratar de conseguir algunas donaciones. Pero, aunque han recibido el apoyo de varias personas, esto no es suficiente cuando el sistema de salud no funciona.